viernes, 26 de julio de 2013

Celebridad aplazada


Dicen que para alcanzar la celebridad hay que ser agresivo.

Quienes escribimos estamos sujetos a un reconocimiento público, porque al fin de cuentas escribimos para él, y esto es como un drama, en dilema, para quienes queremos seguir siendo anónimos: deseamos que el público nos lea, pero también procuramos permanecer alejados de la multitud. Por eso, quizá, he pretendido que se conozca la obra por encima del autor, pero llego a la misma conclusión: La obra es inherente al autor. De ahí que el público busca al libro y al autor; cuando encuentra una buena propuesta se remite al escritor y, si es desconocido, el texto rebaja en interés; cuando el autor es visible, entonces lo escrito adquiere validez, sin ser, tal vez, de buen prospecto.

Por todo lo anterior me lancé, diría que en caída libre, a la difusión virtual a través del portal www.autoreseditores.com, donde está expuesto el libro de cuentos Un grito de silencio, con otra presentación. Arriesgué mi fisonomía, exagerada, en caricatura porque las buenas fotografías no ocultan nada. Además le tengo pavor a las fotografías, porque poso de fotogénico lo que quiere decir que en la realidad soy peor, y no me gusta engañar.

Sé que hace falta más riesgo para ser conocido; en mi caso el atrevimiento al que me expongo es uno: escribir. Sería incapaz de ser vedette. Para eso están el presidente y los artistas del semáforo.    


















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