En mis viejas épocas de jefe de empresa estatal, me
sorprendió, al igual que a varios directivos, ver el esfuerzo de un empleado
que no se despegaba de su escritorio y casi se perdía entre el arrume de
documentos. Hablaba muy poco con sus compañeros y acudía por breves minutos a
la cafetería.
Nuestra impresión inicial era la de que estábamos frente
a un excelente trabajador.
Esa imagen se desbarrancó cuando lo promovimos a un
cargo superior donde había plazos fijos para sopesar acciones administrativas.
El señor era muy dedicado, pero el resultado de su gestión, pírrico; no
poseía ningún método, natural o adquirido, para acometer su trabajo y
dispersaba esfuerzos en varias actividades simultáneamente. Hubo que devolverlo
a su puesto inicial y concederle un curso de gestión, para que el trabajo que ejecutaba
lo hiciera sin tanto esfuerzo.
Aquí, en Popayán, acabo de escuchar al flamante
Secretario Municipal de Tránsito en una entrevista radial donde hablaba que su
gestión ha sido exitosa, que ha avanzado mucho (lugar común del Presidente Santos),
que ha hecho grandes esfuerzos (frase de batalla del señor Uribe en su gobierno
de estreñidos), pero que aún quedan unos focos de congestión en el tránsito.
Tal vez el señor secretario tiene buenas intenciones –como el empleado aquel– pero carece de ese
espíritu de acción de los grandes ejecutores. Basta ver el caos en el tránsito
y la movilidad que tiene una ciudad pequeña como Popayán, para concluir que sus
acciones no tienen resultado.
Es triste escuchar a un dirigente político, como el
secretario de marras, que un cuerpo de guardas de tránsito cuesta dos mil
millones de pesos y que según la estructura administrativa del municipio sólo
admite que sean personal de nómina, para no crearlo. Como no hay plata, ni la
estructura lo permite, entonces no se puede crear.
Y viene la pregunta cumbre: ¿Qué clase dirigente
tenemos que no es capaz de conseguir los recursos mediante un proyecto de
beneficio a la comunidad que sea expuesto ante el Concejo Municipal para que
cambie la estructura administrativa?
Me remito a la entrada de la Universidad de Salamanca,
en España, para justificar tanta ineptitud:
“Lo que Natura no da, Salamanca no presta”
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