lunes, 3 de junio de 2013

¡Se nos fue la viejita!


El pasado 22 de mayo de 2013 falleció mi mamá, María Úrsula Erazo. Tenía un poco más de 91 años (91 años mas siete meses); una vida fructífera que engendró, crió y profesionalizó a siete hijos, Víctor, Edgar, Darío, Nelly, Reinaldo, Gloria y Yenny. Su intempestiva muerte me cogió en Medellín, cuando mi sobrina, Alejandra, hija de Reinaldo, presentaba pruebas de ingreso a la Universidad de Antioquia y visitaba a mi hijo, Fernando.

Fue Darío quien me llamó esa aciaga mañana, pero su depresión no lo dejó hablar, después lo supe por Reinaldo quien me dijo “Se nos fue la viejita”.

Ahora sé lo que alguna vez dijo un colombiano atribulado por la desgracia, “Nadie está preparado para afrontar la muerte de un familiar”. El dolor se metió en todo el cuerpo y se manifestó en unas lágrimas incontenibles.

Finalizaba así, una época de felicidad que empezó en Timbío (Cauca) en 1905 cuando nació el mayor de los hermanos de mi mamá, Miguel; siguió con Tulia, luego Emma, María Úrsula (nació el 21 de octubre de 1921), Victoriano, Hernando y Gerardo. 

Mi madre fue la última en fallecer y cerrar una extensa progresión de historia familiar que se confunde con los azares de un país que se niega a olvidar la guerra.   

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