Una
dama, de feo talante, se enfrentó a Winston Churchill, el ex primer ministro
inglés durante la Segunda Guerra Mundial, con estas palabras:
-Si
yo fuera su esposa, le prepararía un veneno bien fuerte y se lo daría en las
comidas.
A lo
cual repuso Winston:
-Señora:
Si yo fuera su esposo, tenga la absoluta seguridad de que me lo tomaría con
gusto.
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