El
pasado jueves 12 de julio de 2012 se hizo un Diálogo con William Ospina y Piedad Bonnet, en el aula máxima de la
Universidad de Antioquia en torno a la pregunta: ¿Para qué la cultura en tiempos de penuria?
Las
ideas centrales de William Ospina están consignadas en el texto En tiempos de peligro que publicó El
Espectador el pasado domingo 15 de julio de 2012 y el pensamiento de Piedad
Bonnet podemos resumirlo en su expresión: “Creo que cambiando el espíritu
crítico tanto del alumno como del lector, necesariamente se cambia a un país,
así duremos muchos años para que esto suceda. Si no tuviera fe en esto, no
habría dedicado mi vida a la escritura ni a la enseñanza de la literatura”.
Ambos
escritores tienen fe en la palabra y en el pensamiento que induce, pero ambos
escritores son pesimistas por el actual destino del ser humano cuyos objetivos
supremos se han tornado baladíes frente al resultado inmediato de un bienestar
ficticio. Bienestar que toca a unos pocos privilegiados, los mismos que
sacrifican la vida de otros seres –humanos y animales– para garantizar sus
efímeros lujos.
Ospina,
como conciencia moral de un pueblo, dada su calidad de escritor laureado,
prefiere los inventos antiguos a los modernos, por la sencilla razón de que aquellos
sustentan la vida y los modernos destruyen lo vivo de la naturaleza que, al
final, terminan con la vida de los humanos. Ahora lo advierte. Falta que, como
en las épocas del pensamiento griego y renacentista, los pueblos adopten la
decisión de confiar en los humanistas y desechar a los industriales y banqueros
para preservar la vida.
Hemos
llegado a un punto de retorno que solo ven nuestros artistas. Al fin de cuentas
el arte se debe a la vida y esta es la razón de ser del artista. Caso diferente
ocurre con los capitalistas modernos para quienes es necesario sacrificar
grandes extensiones de selva y vida, a fin de proveer de energía eléctrica a
unas máquinas que tienen de progreso, contaminar a otras regiones y a otros
seres.
Ya vimos a quién beneficia este falso progreso.
Sí,
la cultura en tiempos de penuria sirve para reflexionar.
Estamos
en peligro por el conocimiento del hombre que ha desechado a la vida para
producir un finísimo reloj Rolex que, en algunos cientos de años, será chatarra en
mitad del desierto amazónico.
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