domingo, 20 de noviembre de 2011

Al oído del señor alcalde


Concluida la campaña electoral para elegir autoridades regionales, quedan algunas enseñanzas que es conveniente no dejar pasar.

Algunos candidatos a alcaldías, para ganarse el favor electoral, hacían énfasis en su calidad de gerentes, otros en sus virtudes de administradores, unos más en su condición de empresarios. Viendo la cosa ahora, calmadamente, parece que ninguno tenía argumentos de estadista, como lo es, como lo debe ser, un político de verdad.

Un buen político va más allá de un administrador, de un gerente y de un empresario, juntos, porque sus decisiones, buenas, malas o nulas, afectan a una comunidad mayor: en este caso la ciudadanía de un municipio. Quien actúa como político, sabe que por encima de cualquier interés particular, gremial o de clase, está esa inmensa masa de asociados, con necesidades múltiples que derivan en descontento, rechazo e inseguridad. Un político que satisfaga esas necesidades o por lo menos mejore las condiciones de vivencia de su sociedad, es un político de calidad superior que tiene asegurado su destino como estadista.

El presidente John Kennedy de los Estados Unidos, tenía un pensamiento para explicar que él era un estadista y no lo podía saber todo, pero sí lo podía hacer todo, desde el poder. La cita es elegante y certera y es necesario recordarla antes de que nuestros alcaldes elegidos comiencen a hacer alcaldadas. Decía Kennedy: “Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar a gente más inteligente que él”.

Volviendo a nuestra parroquia, vemos perspectivas favorables para ejercer un buen gobierno. El alcalde que empieza tiene un enorme caudal político, vale decir el apoyo de la ciudadanía votante y abstencionista que lo acompañará en el propósito supremo de cambiar, para mejorar, a nuestra sociedad. De él depende que ese activo político se incremente o dilapide.

Hay acciones políticas que se deben acometer ya, que no dan espera, como ejecutar un plan de desarrollo para Popayán, de reordenamiento y proyección de la ciudad que se traduciría en obras importantes y necesarias; en nuevas vías, tan urgentes como determinantes; proyectos de vivienda social, donde se vinculen, mediante el trabajo, a los propios beneficiados; zonas de recreación para la juventud que las pide a gritos; acción social, como total cobertura escolar con restaurantes incluidos, salud pronta y gratuita para los asociados de los barrios menores; gestión cultural y promoción turística. Así, y sólo así, con dinámica y grandeza de pensamiento, tendremos una ciudad con alta ocupación laboral y baja delincuencia.

Queda mucho por decir, y lo seguiremos diciendo, pero si nuestro alcalde hace esto mínimo, seguro, la ciudad empezará a cambiar para bien de todos. 

sábado, 19 de noviembre de 2011

Cortesía bancaria


Los bancos al tratar de ser condescendientes con el ser humano infringen las normas del buen humor, pero hay quien se las recuerda.

Como ahora se han inventado filas para clientes, donde van los que consignan a diario y retiran a diario; general –donde llegan los mandaderos-; VIP que se supone es para los más aventajados, no tienen plata pero sí influencia; ahora se inventaron una que exhibe un letrero aun más discriminatorio: Mayores y embarazadas.

Un señor, de buena presencia y exquisitas maneras, se hizo en esta última y de inmediato el acucioso celador lo vio muy joven para ocupar una de las plazas de mayor y empezó la inquisición:

-¿Cuántos años tiene el señor? Porque creo que no se puede hacer en esta fila.

-¡Cómo que no, lindo! ¡Si estoy embarazada!

lunes, 14 de noviembre de 2011

Pobres, en comida de ricos


Por deferencia de unos amigos sindicalistas, fui invitado a participar en los debates sobre la privatización de las telecomunicaciones en el año 1994, en el hotel Intercontinental de Cali. Ahí comprobé la ventaja de ser un errante turístico de este mundo.

En el momento del almuerzo (tipo buffet), hacíamos fila ordenada para recoger los manjares, según nuestro gusto. Cuando observé un gran racimo de pepitas grises sobre un redondel de blanca cerámica, me hice el pendejo para quedarme al final de la fila. Vi como los sindicalistas observaban el racimo y seguían de largo sin interesarles y, tal vez por lo aguanosos, se asqueaban un poco. Junto a mí, apareció otro compañero que también se hacía más pendejo que yo, quien a pesar de cederle el puesto se quedaba detrás de mí. Comprendí, entonces, que iba con la misma intención y llegamos a un acuerdo civilizado: nos repartiríamos las pepitas por partes iguales. Los meseros se reían, cómplices del buen gusto.

Llegamos a la mesa y los compañeros se extrañaron al ver que nosotros sólo tuviéramos, como almuerzo, esas pepitas grises en buena cantidad y nada más.

-¡Ustedes no cogieron nada! ¿Y eso qué es?

Nosotros, como avezados comensales de cinco estrellas, agarramos los cubiertos y soltamos la expresión que los dejó boquiabiertos:

-¡Esto, es caviar!

La agitación estudiantil


Cuando se movilizaron médicos y enfermeras en contra de la Ley 100, muchos ciudadanos los señalaron por oponerse a la modernización de la salud en Colombia, utilizando los mismos argumentos que, en ese entonces, esgrimía el gobierno de César Gaviria y la gran prensa al servicio del capital. Esas protestas, que reclamaban la salud como un derecho, fueron reprimidas y hoy tenemos la salud como un negocio de pocos. La Ley 100 cerró hospitales públicos para luego abrirlos como clínicas privadas donde el valor de la vida se tasa en millones de pesos. Quien quiera buena atención médica, tiene que pagarla.

Hoy se movilizan los estudiantes en contra del proyecto que reforma la Ley 30 de educación superior, ley y reforma lesivas para un país que quiere salir del atraso a que lo han sometido sus gobernantes. Hoy está el gobierno de Juan Manuel Santos y su flamante Ministra de Educación, imponiendo decisiones ya tomadas para acabar con la educación pública, con el ropaje de las buenas intenciones.

¿Y por qué la quieren acabar? Porque es una imposición del Tratado de Libre Comercio (TLC) que exige la entrada de los mercaderes norteamericanos de la educación superior. (Hasta las universidades privadas corren el riesgo de ser quebradas por las gringas, con bajos precios al inicio para luego subirlos a su arbitrio, cuando no haya competencia.)

¿Cómo quieren acabar con la educación pública? Como hicieron con la salud: cambiando el derecho a la educación –que protege la Constitución Nacional–, por el servicio a pagar, que da entrada al negocio privado.

Las buenas intenciones del gobierno se plantean, como necesidad, para esconder las finales consecuencias: educación, costosa y de baja calidad para ilustrar a unos pocos adinerados; nula, para los menos afortunados.

El gobierno dice que es necesario ampliar la cobertura de la educación superior, sin embargo la financiación propuesta es tan pírrica, que conducirá al cierre de universidades públicas para luego abrirlas como subsidiarias gringas. Ya hubo un ejemplo con la Universidad de Salamanca en España: se amplió la cobertura aumentando precariamente su financiación. El resultado final fue: bajó la calidad de la educación que la puso en riesgo de cierre.

El gobierno dice que otorgará financiación individual a estudiantes pobres que quieran cursar estudios superiores. Si endeudarlos por 90 millones de pesos para hacer una carrera de cinco años, es para estudiantes pobres, quiere decir que este país está lleno de ricos. En nuestro sistema financiero, a ningún pobre le prestan 90 millones de pesos ni aunque el gobierno sea el garante.

Siempre ha sido así, se otorgan becas (que es lo mismo que limosnas) a unos pocos estudiantes que la gran prensa se encarga de difundir como paradigma de democracia educativa. A la inmensa mayoría de estudiantes colombianos se les niega el derecho a la educación superior; pero como la prensa, anexa al gobierno, no lo registra, pues se asume como una falsedad. Según la reforma que quiere imponer el gobierno, ya no se les negará la educación superior a la mayoría de los estudiantes, se les negará a todos los pobres y de clase media.

Preparémonos: Si no apoyamos a los estudiantes en sus propuestas, la reforma a la educación superior, como está planteada, nos hará, en el futuro, un país de conocimientos comprados, o peor, un país de ignorantes sumisos; listos para ser colonizados y esclavizados definitivamente. 

domingo, 6 de noviembre de 2011

Por ahí es la cosa


Cuando se presentó un paro cívico en el municipio de Almaguer, Cauca, por el atraso en que se sumía como consecuencia de las políticas neoliberales que comenzaban a aplicarse, nos tocó presenciar las disertaciones de vecinos y autoridades departamentales. 

Habló un director de colegio más o menos en estos términos:

-A nosotros no nos quieren aportar diez profesores para cubrir las necesidades de educación de nuestros colegios con el argumento de que el presupuesto no le alcanza a la gobernación. Pregunto: ¿Cómo fue posible que al departamento de Nariño le aprobaran veinte profesores y a la gobernación sí le alcanzara presupuesto? ¿Cómo ellos sí lo lograron?

La respuesta sincera (e ingenua) del delegado departamental fue:

-¡Ah! Es que ellos hicieron un paro cívico.

sábado, 5 de noviembre de 2011

¡Habemus Alcalde!


Pasado el tedioso proceso electoral ya tenemos a quienes nos van a gobernar en los próximos cuatro años. Como ciudadanos, nos queda el derecho de exigir y debemos empezar a hacerlo ya. Comencemos con el cacareado Plan de Movilidad para Popayán que el Alcalde y los concejales elegidos tienen la obligación de poner en marcha, en el siguiente cuatrenio.

En nuestra opinión, es mejor cuestionar para después no tener que corregir. Vamos entonces con los interrogantes:

-¿En el proyecto elaborado por la Universidad del Cauca, se determinaron vías exclusivas para vehículos, vías para motociclistas, vías para ciclistas y vías para peatones? O, ¿seguiremos viendo esa horrorosa y peligrosa competencia entre conductores de carros, motociclistas, ciclistas, peatones y carretilleros con el triste y abultado saldo de víctimas?

-¿Se propuso la creación de una policía de tránsito, técnica, educadora y bien paga que dependa del Alcalde? O, ¿seguiremos soportando a la Policía Nacional que sólo aparece cuando se producen los accidentes de tránsito y que depende del Director Nacional de la Policía?

-¿Se crearán medios alternativos de transporte diferentes a los impulsados por combustibles fósiles, contaminantes y no renovables? O, ¿tendremos que olvidarnos del tranvía impulsado por energía de corriente continua, no contaminante, que además de resolver el transporte masivo, serviría de atractivo para una ciudad turística, como la nuestra?

-¿El plan de movilidad protegerá nuestros dos ríos, el Cauca y el Molino, y los hará visibles para su disfrute por la comunidad? O, ¿los esconderá para convertirlos en depósitos de basuras?

-¿El plan de movilidad protegerá el medio ambiente? O, ¿veremos árboles talados para dar paso a vehículos de combustión y atosigarnos con gas carbónico?

-¿Se ha previsto una acción educativa, sobre tránsito, para los ciudadanos y conductores? O, ¿seguiremos viendo la indisciplina de peatones en choque frontal contra la ignorancia de choferes y motociclistas?

Estos son algunos de nuestros interrogantes que esperamos sean tenidos en cuenta por el nuevo alcalde; y aún más, que el nuevo mandatario (¡ojalá!) ostente el carácter y la decisión para hacer frente a los mezquinos intereses particulares que siempre se han opuesto al desarrollo de nuestra ciudad. Una ciudad que puede progresar sin necesidad de chimeneas, porque la industria contaminante no es nuestra vocación, nuestra vocación es humanista y de protección del medio ambiente.