domingo, 6 de junio de 2010

Pesar ajeno.

Un vecino, estúpido a más no poder, rechazó la afición a la lectura de Tomás, un septuagenario:
-¿Y vos, a tu edad, para qué lees?
Tomás lo puso en su sitio con una contra-pregunta:
-Y vos, si te vas a morir, ¿para qué comés?

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