En las vejeces del siglo XVIII vivía en Madrid un poeta de nombre Carrión, bohemio de buenas trancas, vividor incorregible, parásito detestable, que tropezó con una dama imprudente:
-Estoy segura que a usted lo conozco bien. ¿No comía el año pasado en casa de Lihardy?
Respondió el poeta:
-Debe tratarse de una confusión. El año pasado yo no comía.
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