La concejal Rueda, casi octogenaria, se quedó dormida en una sesión del Concejo Municipal de Popayán; cuando despertó se estaba votando un acuerdo sobre la seguridad ciudadana. Fue entonces cuando levantó la voz a instancias de sus compañeros de pupitre:
-¡Quiero que se cambie el orden público!
2 comentarios:
Eso me hacer acordar de otro honorable concejal -buena persona él, pero como político no se ganaba ni una mirada de simpatía- que no hace mucho tiempo pasó por ese otrora respetabilísimo recinto. Este honorable era casi de los primeros en llegar a las sesiones; tomaba su curul y allí se sentaba y casi no se paraba ni a cumplir sus necesidades fisiológicas. Lo caracterizaba un simple y notorio detalle: apenas se sentaba, se armaba de libreta y lapicero, y era apunte y apunte. Así lo veíamos siempre: agachado sobre su libreta (o "agenda", que también la llaman) escriba, escriba y escriba... Cualquiera pensaría que el honorable concejal tomaba atentísimas notas de lo que se trataba en las sesiones. Hasta que un día alguien descubrió que el diligente corporado a lo que se dedicaba con alma, vida y corazón era a escribir las "memorias" en torno a un deporte al cual él ha dedicado la mayor parte de su vida, y que es el campo profesional en donde mejor le va. Para los activistas y seguidores de ese deporte, la elección de ese humilde señor como Concejal fue todo un desperdicio...
Anónimo:
Hay más desperdicios y están devengando. El problema es que en este sistema político, los capaces no se atreven a hacerse elegir: causa desprestigio.
Gracias.
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