viernes, 10 de julio de 2009

Un poeta olvidado.

José Ignacio Bustamante

En su libro La poesía en Popayán, José Ignacio Bustamante expresa que nació de Popayán, en cualquier lugar del mundo, en el año 1906, lo cual quiere decir que en el 2006 se cumplieron cien años de su natalicio que no se celebraron en la villa procera, porque ahora son más importantes los políticos inútiles que los poetas de trascendencia humana. Es como recordar a los verdugos y olvidar a los cantores de la vida; así somos. José Ignacio Bustamante fue poeta, cuando ese arte era coronado por laureles de gloria, reconocido en la Popayán del humanismo, admirado en la Colombia de la esperanza. Hoy, la ciudad de la poesía ha olvidado a sus poetas y la Colombia de la incertidumbre, gesticula peyorativa por los bardos que la engrandecieron.

Sin embargo ahí está su poesía, eterna, fija en el tiempo, como ese trozo lírico que se llama Todavía es tiempo y mantiene vigente la juventud, así:

¡Todavía es tiempo, amiga!

Aún en la carne insurge, fugaz, la primavera.

Todavía de tus ojos no se ha fugado el alba.

Aún florecen las rosas en tus senos maduros.

Todavía en las cenizas duerme un calor de otoño.

Aún alegra tus labios un beso no ofrecido.

¡Todavía es tiempo, amiga!

José Ignacio Bustamante, conoció las primeras letras en una escuela de Paniquitá (ese cualquier lugar del mundo), Municipio de Totoró, e inició la secundaria en la normal del pueblo; pero como pasa en este país, se cerró la normal, como muchas en el territorio colombiano, para paliar un déficit propiciado por nuestra guerra interminable no declarada. Esto obligó a José Ignacio, a terminar sus estudios secundarios en el Liceo de la Universidad del Cauca en 1928. Allí, también adelantó estudios de Derecho y Ciencias Políticas.

Fue un cultor exquisito de la poesía que primaba en su época; escribió los libros La poesía en Popayán, que abarca un amplio periodo, desde 1536 hasta 1954; Estampas de provincia y Temas universitarios. Su mayor despliegue poético lo hizo en las revistas internacionales Claridad, de Argentina; El sol, de México; Cúspide y Rumbos nuevos, de Cuba; Rieles, de Ecuador. En Colombia difundieron sus versos las revistas Universidad, de Germán Arciniegas; Pan, de Bogotá; Atalaya, de Manizales; Proa y Generación, de Medellín.

José Ignacio Bustamante le escribió a la familia, a la muerte, a la vida, a la ausencia y al regreso. En un breve poema ansía el regreso de la amada:

Ha de volver

¡Ha de volver, oh corazón!

Puede ser una tarde en que las rosas

se mueran de ser blancas y la luna

sonría en los pinos dulcemente triste.

Puede ser una noche en que el silencio

dialogue con las hojas, y la brisa

se perfume de nardos y jazmines.

O una mañana de estivales oros

cuando madruguen a morir las rosas

y el vago azul celeste, ultramarino,

se pierda en la difusa lejanía.

Su actuación pública dice que fue Director de la Biblioteca del Centenario hasta 1930; secretario privado de la gobernación del Cauca bajo las administraciones de Carlos M. Simonds, Hernando Arboleda Restrepo, Gabriel Caicedo Arroyo y Alfredo Navia; Inspector Nacional de Educación en los departamentos de Cauca y Valle; Director de Educación Pública y Rector encargado de la Universidad del Cauca; Vicerrector y Director de Extensión Cultural y Jefe de Relaciones Públicas de la misma Universidad.

De sus Poemas de la muerte extractamos estos versos drásticos que invitan a vivir a pesar del despido eterno:

Hondo suspirar de la carne

que teme reintegrarse al limo amargo,

y devolver su ser fecundo

a la segura entraña terrestre,

a la fecunda entraña primordial.

Hondo sentir y honda incertidumbre

de perder el sol para siempre,

cuando nuestros ojos se apaguen

sobre la última ceja de luz

y el último lucero de la tarde.

Mas, qué importa, ¡oh misterio!

si en innúmeras bocas

la vida sonríe y canta,

se agita y ama en corazones tántos!

si el Hombre continua siendo el Hombre;

si en el jardín la rosa será siempre la rosa;

si el árbol se renueva para siempre;

si en la semilla duerme el ángel de las resurrecciones;

si la creación eterna no se detiene nunca;

si mil cunas sonríen, blancas y alegres,

sobre el negro ataúd que se despide!...

Escribió dos novelas cortas con igual título, En el campo, y diferente tratamiento. Por el fuerte sacudón del terremoto de 1983, José Ignacio Bustamante, decidió partir ese mismo año hacia donde no importan los símbolos del reconocimiento, como lo dice en uno de sus poemas:

Al límite del tiempo, la losa,

la piedra pasajera también

y fría como la muerte.

La piedra donde el Olvido

escribe algunas cifras y algún nombre.

La piedra que tampoco perdura como símbolo,

porque otros nombres y otras fechas

se grabarán en ella indefinidamente!

2 comentarios:

Unknown dijo...

sé QUE ESTOS DIAS UNA NIETA SUYA, VA A EDICTAR UNA NOVELA HEREDADA ESCRITA POR EL Y EN MANUESCRITO. ESTAMOS PENIENTES

Anónimo dijo...

Gracias por estar pendientes de la obra. Les informo que ya fue publicada; se llama "Un episodio medieval" y está disponible en Amazon.