viernes, 26 de julio de 2013

Celebridad aplazada


Dicen que para alcanzar la celebridad hay que ser agresivo.

Quienes escribimos estamos sujetos a un reconocimiento público, porque al fin de cuentas escribimos para él, y esto es como un drama, en dilema, para quienes queremos seguir siendo anónimos: deseamos que el público nos lea, pero también procuramos permanecer alejados de la multitud. Por eso, quizá, he pretendido que se conozca la obra por encima del autor, pero llego a la misma conclusión: La obra es inherente al autor. De ahí que el público busca al libro y al autor; cuando encuentra una buena propuesta se remite al escritor y, si es desconocido, el texto rebaja en interés; cuando el autor es visible, entonces lo escrito adquiere validez, sin ser, tal vez, de buen prospecto.

Por todo lo anterior me lancé, diría que en caída libre, a la difusión virtual a través del portal www.autoreseditores.com, donde está expuesto el libro de cuentos Un grito de silencio, con otra presentación. Arriesgué mi fisonomía, exagerada, en caricatura porque las buenas fotografías no ocultan nada. Además le tengo pavor a las fotografías, porque poso de fotogénico lo que quiere decir que en la realidad soy peor, y no me gusta engañar.

Sé que hace falta más riesgo para ser conocido; en mi caso el atrevimiento al que me expongo es uno: escribir. Sería incapaz de ser vedette. Para eso están el presidente y los artistas del semáforo.    


















viernes, 19 de julio de 2013

Elogio excesivo


En un desfile público de artistas de una emisora local, apareció el espontáneo para gritar por el micrófono, a voz en cuello, las lambonerías al presentador, un señor de nombre Jorge Eliécer. Y lo comparó con un conocido empresario de la televisión colombiana:

-¡Gracias don Jorge Eliécer! ¡Usted es el Jorge Varón de la radio!

-Bueno, bueno, no es para tanto. Seré por lo de Jorge pero no por lo de Varón.

lunes, 15 de julio de 2013

Premio inesperado


Nada más conocerse que le habían concedido el premio Nobel de literatura, un periodista le preguntó a Camilo José Cela:

-¿Le ha sorprendido ganar el premio Nobel de literatura?

-Muchísimo, sobre todo porque me esperaba el de física.

lunes, 8 de julio de 2013

Gobierno inepto: justicia ciega


Nuestros gobernantes y dirigentes políticos siguen dando palos de ciego.

Se ha propuesto, por el gobierno de Juan Manuel Santos, al Congreso de Colombia, una reforma a la Fiscalía para que se dedique a atender los delitos importantes y deje de lado los delitos menores que afectan al ciudadano común. El argumento principal para esta reforma, es que no hay suficiente personal y que por atender delitos intrascendentes, la Fiscalía, no se concentra en delitos graves. Para el gobierno, delitos graves son los que tienen que ver con el rechazo al Estado, es decir los delitos políticos. El ciudadano común, víctima del asalto a su residencia, al atraco callejero, a la violación, al raponazo de su teléfono móvil, y muerte, en caso de resistencia, no  serán investigados u ocuparán el último lugar de prioridad.

Esta es la típica calentura en las sábanas: La impunidad, que hoy alcanza el 80%, se aumentará al 95%; el ciudadano común quedará desprotegido, violando la Constitución Nacional que obliga al Estado a proteger, aunque sea retóricamente, la vida, honra y bienes de sus asociados.

Pero las consecuencias serán atroces, y me atrevo a asegurar que serán el preámbulo de una guerra civil en caso de aprobarse. Los ciudadanos conformarán sus propios grupos de seguridad, en una espiral que no tendría fin, y que derivarían en cuerpos armados de imprevisibles consecuencias.

Estamos pues ante un gobierno carente de ideas políticas.

No se necesita mucha meditación para concluir que un país sin desigualdades sociales, con derechos garantizados, con oportunidades abiertas para todos, es un país que requiere pocos instrumentos de justicia. A un país justo lo hace un Estado justo, donde la delincuencia se atenúa o desaparece en forma natural, y para llegar allá se deben hacer cambios profundos en la estructura política del Estado, algo que el gobierno desconoce por ignorancia o por conveniencia.

De ahí la calentura en las sábanas.

jueves, 4 de julio de 2013

Secretario inútil


En mis viejas épocas de jefe de empresa estatal, me sorprendió, al igual que a varios directivos, ver el esfuerzo de un empleado que no se despegaba de su escritorio y casi se perdía entre el arrume de documentos. Hablaba muy poco con sus compañeros y acudía por breves minutos a la cafetería.

Nuestra impresión inicial era la de que estábamos frente a un excelente trabajador.

Esa imagen se desbarrancó cuando lo promovimos a un cargo superior donde había plazos fijos para sopesar acciones administrativas. El señor era muy dedicado, pero el resultado de su gestión, pírrico; no poseía ningún método, natural o adquirido, para acometer su trabajo y dispersaba esfuerzos en varias actividades simultáneamente. Hubo que devolverlo a su puesto inicial y concederle un curso de gestión, para que el trabajo que ejecutaba lo hiciera sin tanto esfuerzo.  

Aquí, en Popayán, acabo de escuchar al flamante Secretario Municipal de Tránsito en una entrevista radial donde hablaba que su gestión ha sido exitosa, que ha avanzado mucho (lugar común del Presidente Santos), que ha hecho grandes esfuerzos (frase de batalla del señor Uribe en su gobierno de estreñidos), pero que aún quedan unos focos de congestión en el tránsito.

Tal vez el señor secretario tiene buenas intenciones  –como el empleado aquel– pero carece de ese espíritu de acción de los grandes ejecutores. Basta ver el caos en el tránsito y la movilidad que tiene una ciudad pequeña como Popayán, para concluir que sus acciones no tienen resultado.

Es triste escuchar a un dirigente político, como el secretario de marras, que un cuerpo de guardas de tránsito cuesta dos mil millones de pesos y que según la estructura administrativa del municipio sólo admite que sean personal de nómina, para no crearlo. Como no hay plata, ni la estructura lo permite, entonces no se puede crear.  

Y viene la pregunta cumbre: ¿Qué clase dirigente tenemos que no es capaz de conseguir los recursos mediante un proyecto de beneficio a la comunidad que sea expuesto ante el Concejo Municipal para que cambie la estructura administrativa?

Me remito a la entrada de la Universidad de Salamanca, en España, para justificar tanta ineptitud:

“Lo que Natura no da, Salamanca no presta”