jueves, 26 de julio de 2012

Esposos ajenos


Una dama, de feo talante, se enfrentó a Winston Churchill, el ex primer ministro inglés durante la Segunda Guerra Mundial, con estas palabras:

-Si yo fuera su esposa, le prepararía un veneno bien fuerte y se lo daría en las comidas.

A lo cual repuso Winston:

-Señora: Si yo fuera su esposo, tenga la absoluta seguridad de que me lo tomaría con gusto.

miércoles, 25 de julio de 2012

Medellín, ejemplo que da envidia


Hasta hace unos años el civismo era un distintivo de la ciudad de Cali, ahora lo es de Medellín.

Medellín es un ejemplo nacional de cómo se puede vivir bien en una gran ciudad. Es una articulación –como se dice ahora– social entre ciudadanos y gobernantes, que empezó a construirse después de los años difíciles de enfrentamiento entre el Estado y las mafias del narcotráfico. Hoy, Medellín tiene problemas pero todos son posibles de resolver porque existe ese ánimo de concertación entre quienes tienen el poder –y lo ejercen sin soberbia– y los ciudadanos dispuestos a aportar sus iniciativas con la seguridad de ser atendidos.

La clase dirigente de Medellín estructuró la ciudad al derecho: construyó el Metro a lo largo del casco urbano, que hizo posible la integración de municipios como Itagüí, Envigado, Sabaneta y Bello; mejoró y amplió sus vías, hasta volverlas amables; construyó el Metro Cable y el Metro Plus, como soporte del transporte masivo hasta hacerlo integral; adelantó campañas de civismo y conocimiento de normas de tránsito; ejecutó planes de señalización que hasta un despistado turista entiende. El resultado está a la vista: ciudadanos amables y cultos; transporte que fluye al ritmo de la ciudad y una incesante actividad cultural que poco a poco desplaza la patanería social para dar paso al civismo y al respeto colectivo.

Ahora, Medellín ha acometido la implementación del tranvía o Metro ligero para cubrir las zonas a donde no llega el Metro, por sectores que se rescatarán para la comunidad y el turismo. 

Alguien dirá que eso es posible porque allá hay plata; me atrevo a decir que eso es posible, porque allá hay ideas que se depuran y ponen en práctica. Allá tienen el convencimiento de que si la ciudad progresa, ellos –dirigentes y dirigidos– también progresan. No hay ese egoísmo tan mezquino que impide la ejecución de políticas de cambio para mejorar.  

A Medellín le sobra clase dirigente, la misma que le falta a Cali que no ha sido capaz de construir el Metro que integre las ciudades de Santander de Quilichao, Jamundí, Cali, Palmira, Buga, Tuluá y Cartago; que no ha sido capaz de construir la Terminal de Transportes del Sur.

Seguramente Cali se dejó influenciar por Popayán, donde no hemos sido capaces de organizar el tránsito chiquito que tenemos.

¡Ah! Nuestra mentalidad de vendedores de empanadas.

jueves, 19 de julio de 2012

Oído a Sordán


Es de común conocimiento que en Popayán hay un sordo legendario. 

El hombre, de figura distinguida, como italiano del norte pero rebajado a colorado de Chiribío, tiene apellido que rima con el apodo, y lo distinguen  mejor como Sordán.

Pues bien, de Sordán dicen que es un sordo tan bien hecho, que cuando le hablan bajito, no oye; y cuando le hablan alto, no entiende.

miércoles, 18 de julio de 2012

¿Para qué la cultura en tiempos de penuria?


El pasado jueves 12 de julio de 2012 se hizo un Diálogo con William Ospina y Piedad Bonnet, en el aula máxima de la Universidad de Antioquia en torno a la pregunta: ¿Para qué la cultura en tiempos de penuria?

Las ideas centrales de William Ospina están consignadas en el texto En tiempos de peligro que publicó El Espectador el pasado domingo 15 de julio de 2012 y el pensamiento de Piedad Bonnet podemos resumirlo en su expresión: “Creo que cambiando el espíritu crítico tanto del alumno como del lector, necesariamente se cambia a un país, así duremos muchos años para que esto suceda. Si no tuviera fe en esto, no habría dedicado mi vida a la escritura ni a la enseñanza de la literatura”.

Ambos escritores tienen fe en la palabra y en el pensamiento que induce, pero ambos escritores son pesimistas por el actual destino del ser humano cuyos objetivos supremos se han tornado baladíes frente al resultado inmediato de un bienestar ficticio. Bienestar que toca a unos pocos privilegiados, los mismos que sacrifican la vida de otros seres –humanos y animales– para garantizar sus efímeros lujos.

Ospina, como conciencia moral de un pueblo, dada su calidad de escritor laureado, prefiere los inventos antiguos a los modernos, por la sencilla razón de que aquellos sustentan la vida y los modernos destruyen lo vivo de la naturaleza que, al final, terminan con la vida de los humanos. Ahora lo advierte. Falta que, como en las épocas del pensamiento griego y renacentista, los pueblos adopten la decisión de confiar en los humanistas y desechar a los industriales y banqueros para preservar la vida.

Hemos llegado a un punto de retorno que solo ven nuestros artistas. Al fin de cuentas el arte se debe a la vida y esta es la razón de ser del artista. Caso diferente ocurre con los capitalistas modernos para quienes es necesario sacrificar grandes extensiones de selva y vida, a fin de proveer de energía eléctrica a unas máquinas que tienen de progreso, contaminar a otras regiones y a otros seres. 

Ya vimos a quién beneficia este falso progreso.

Sí, la cultura en tiempos de penuria sirve para reflexionar.

Estamos en peligro por el conocimiento del hombre que ha desechado a la vida para producir un finísimo reloj Rolex que, en algunos cientos de años, será chatarra en mitad del desierto amazónico.

miércoles, 4 de julio de 2012

No es como parece

-Cómo te parece Leovigilda que estoy muy enfermo.

-Pero ¿cómo así Telésforo?, yo te veo de buen semblante.

-Sí, del semblante estoy bien, pero de lo demás estoy muy mal.

Venga, le cuento, un libro para reír

La risa es uno de los distintivos mayores del ser humano frente a los demás seres vivos de la Naturaleza. 


Los animales son expresivos pero no ríen. Los leones, por ejemplo en los circos, pueden ver pasar a un suculento payaso y mantienen esa expresión grave de comida sin gracia.

La risa, provocada por el humor, es síntoma de buena salud y, de hecho, es también la mejor terapia contra los decaimientos, las tristezas, la depresión  y las enfermedades, cuando el remedio no aparece en tabletas ni en inyecciones.

Sabemos de médicos que curan haciendo reír; de abogados que apelan a las contradicciones graciosas para convencer a los jueces y hasta los maridos, que llegan tarde a casa, recurren al humor para justificar la tardanza. Como ese señor que encontró a su esposa en mitad de la sala a las tres de la mañana y antes de que dijera algo le recomendó:

-Mija, no me pregunte de dónde vengo, porque le digo.

El humor en nuestro medio se da silvestre y eso nos hace distintos frente a las tragedias y los malos gobiernos. Si no fuera por el humor seríamos un pueblo trascendentalmente aburrido.

Aquí, en Popayán, se está perdiendo ese fino humor de que hacían gala los payaneses que se fueron, y por eso nos dimos a la tarea de tratar de rescatarlo. Acaba de salir a consideración del público el libro Venga, le cuento que contiene historias viejas y nuevas con el humor propio de nuestra gente y, ¡claro!, del suscrito. Este libro puede considerarse una creación colectiva porque muchos episodios fueron contados en tertulias, reuniones, velorios y entierros; otros, fueron acontecimientos reales sufridos en este valle de pobres, por el autor y amigos cercanos. Había que dejar constancia escrita para que nuestros nietos sepan que aquí nos reíamos de todo y pocas cosas las tomábamos en serio, como por ejemplo las promesas del alcalde y el gobernador. Las tomamos tan en serio que ya no sabemos cuáles fueron.

El libro Venga, le cuento (Humor por tandas) se puede adquirir en las librerías de la ciudad –las que aún quedan– por quienes gozan del humor casual nuestro, el mismo que compite en este volumen con el humor negro santafereño, el ingenuo pastuso y el intelectual europeo.

A quienes compren el libro les agradecemos su felicidad de aceptarlo; sería algo digno de destacarse, como podría ser esa dama que hablaba diez idiomas y era incapaz de decir “no” en ninguno.