domingo, 29 de mayo de 2011

Pregunta tonta, respuesta distraída

Un instante después de hacer el amor, el hombre sin tema de conversación, se le ocurrió preguntar a su pareja:
-Querida, ¿alguna vez no has pensado en ser hombre?
-No, querido, ¿y tú?

sábado, 28 de mayo de 2011

Una enseñanza

Las buenas enseñanzas muchas veces surgen de quienes menos se espera. Tomemos el ejemplo de El Ecuador y el caso más concreto de una pequeña población, del tamaño de Timbío (Cauca, Colombia), que se llama Cotacachi. Fue una agradable sorpresa desviarse de la carretera Panamericana y penetrar a un sector rural que escondía a esta comunidad de trabajo y creación en el arte del tratamiento y la confección del cuero.

Desde el ingreso a Cotacachi se observa orden, limpieza, perfectas calles adoquinadas, actividad creativa y disposición para el trabajo. La breve ciudad posee unas vitrinas de lujo que exhiben sus trajes, chaquetas, abrigos, zapatos y aditamentos en cuero confeccionados con gusto soberbio, que surten al país y alcanzan para la exportación. Es un pueblo exento de violencia, libre de delincuencia, alejado de las prácticas corruptas y de toda esa maledicencia que detestamos en Colombia. Su progreso es evidente sin desbordarse; tiene todas las ventajas del mundo moderno; se pueden hacer todo tipo de transacciones bancarias, pagos con cualquier tarjeta y por Internet. Sus habitantes han alcanzado ese equilibrio entre la exacta producción y el tamaño de la ciudad que permite el control. No son excesivamente ambiciosos porque conocen sus limitaciones y sin embargo contribuyen al desarrollo de su país sin aspavientos. Podríamos asegurar que es un pueblo feliz porque tiene lo necesario para vivir con dignidad; tiene trabajo, estudio y recreación; tampoco le alcanza el tiempo para enfermarse porque, además de trabajar y recrearse, goza de una alimentación balanceada y constante.

¿Cómo un pueblo limitado llega a ese grado de satisfacción?

Aquí confluyen dos intereses nobles: la voluntad política del Estado ecuatoriano y el aprovechamiento de las virtudes de ese pueblo.

Los habitantes de Cotacachi fundaron su bienestar en la habilidad para procesar y confeccionar el cuero y hacia allá orientaron sus esfuerzos. El Estado los supo interpretar y establecieron un acuerdo inicial: Se decretó una exención de impuestos por cinco años para que la industria arrancara. El resultado está a la vista, se crearon centros de procesamiento del cuero, talleres de confección, cadenas de comercialización, difusión de la calidad y oficinas de exportación. Hoy, Cotacachi contribuye al Estado ecuatoriano, con creces, por esa pequeña amnistía tributaria que le valió su progreso. Nunca apareció un político intermediario y aprovechado, que hubiera dado al traste con ese propósito; simple y llanamente fue una acción estatal directa con su pueblo.

Una pequeña anécdota nos sirve, a los colombianos, para destacar la calidad de paraíso que es Cotacachi, el centro norteño del cuero ecuatoriano:
Cuando le preguntamos a un dependiente, de una lujosa tienda, si por allí podíamos trotar, sin peligro, para aflojar los músculos tensos por una larga conducción en vehículo, nos contestó:

Puede trotar por donde quiera. Aquí no hay rateros, todos trabajamos.

martes, 24 de mayo de 2011

Inglés torneado

Compartimos con el médico José María Delgado Paredes el interés por aprender el idioma de los gringos en los años sesenta, cuando desde mi secundaria lo admiraba como galeno famoso. Compartimos pupitre en el llamado Centro Colombo Americano donde una bella profesora norteamericana, Carolina Withmire, nos tenía pasmados con sus piernas.
Cuando llegamos a un nuevo semestre, Carolina ya no estaba pero sí Mrs. Rowlings, una dama más fea que un viernes sin plata. Muy graciosa, Mrs. Rowlings, se dirigió al doctor Delgado para entrar en confianza:
-Mr. Delgado, usted por mirar las piernas de Carolina no aprovechó su inglés.
Respondió el médico:
-En cambio con usted, ¿cómo estoy aprendiendo, no?

lunes, 23 de mayo de 2011

Niños y jóvenes marginados

Los gobernantes y los secretarios de educación, hoy miran a la niñez y a la juventud como un problema. Teníamos la certeza de que era al contrario: eran la solución futura de nuestros males, propiciados por nosotros, los adultos. Por ahí un gobernante lanzó una expresión que resume su impotencia: “Internet es un gran problema”. Cuando entrevistan por los medios de prensa a las secretarias de educación, no se habla de educación, se habla de los aspectos administrativos de la dependencia encargada de impartirla. Ellas son muy simpáticas pero no saben de educación, no tienen propuestas, de eso no hablan. Según los cánones del capitalismo la mejor inversión es la que se hace en la juventud innovadora, pero eso tampoco se hace.

Aquí en nuestra ciudad, que es el reflejo del país, nos extrañamos por las asonadas de los niños, por la acción violenta de los jóvenes y ni siquiera los psicólogos se preguntan por qué y, cuando lo hacen, sus respuestas son erróneas porque están tabuladas a lo gringo. Los niños y los jóvenes hace rato están diciendo, en el idioma que los adultos les han enseñado, que los tengan en cuenta dentro de los planes de ciudad, de región, de país.

Aquí en Popayán no nos hemos dado cuenta que los niños y los jóvenes de hoy son diferentes de lo que fuimos nosotros. A ellos no se les puede decir mentiras, como nos las dijeron a nosotros, porque tienen cómo comprobarlas de inmediato y reaccionan a su estilo; ellos tienen un conocimiento superior que desborda al de sus padres, al de sus gobernantes, al de los curas. Son víctimas de la injusticia social que les impide ejercer como niños y jóvenes el progreso de la humanidad.
El sistema educativo colombiano es retrógrado, enseña las mismas mentiras de siempre; ineficiente, no alcanza a educar a todos los niños y jóvenes de Colombia; ineficaz, no enseña sino que frustra; considera que la recreación es pérdida de tiempo.  En síntesis, los niños y jóvenes no se incluyen en una sociedad que los margina, que los ignora, que los persigue y hasta los mata.

Un simple ejemplo, dado por nuestro benemérito alcalde, nos sirve para afirmar lo equivocada que está nuestra política para afrontar los problemas sociales, para intentar corregir las protestas infantiles y juveniles. Se presenta como gran triunfo de una administración agónica, el hecho de invertir un valioso recurso para comprar diez hectáreas de terreno con destino a los cuarteles de la nueva policía metropolitana. Triste final de una administración que hubiera podido salvarse del desprestigio, destinando esos mismos recursos para adquirir esa área de terreno y propiciar la creación de un gran centro de recreación como lo piden a gritos los niños y jóvenes. Porque aquí, en Popayán, no hay sitios de recreación y cultura que congregue a los jóvenes, y ellos se los tienen que buscar dada su activa naturaleza.

Pero esa es nuestra política: quiere resolver los problemas sociales ignorando las causas y atacando las consecuencias. 

domingo, 15 de mayo de 2011

Después de la reflexión

Pasado el tiempo de la reflexión, queda en el aire lo dicho por nuestros políticos de moda, en visita obligada de Semana Santa. En meditación religiosa expusieron sus buenas intenciones y sus propósitos de enmienda.

Ahora viene nuestra reflexión terrenal, alejada de todo propósito de alcanzar la salvación eterna.
  
Dijo uno de ellos, en su acostumbrado lenguaje de seminarista regañado, que ya es hora de que el departamento del Cauca emprenda obras trascendentales para su desarrollo. Citó como impostergables la ejecución de la carretera al mar, la pavimentación de la vía al Huila que nos acercaría a Bogotá, la construcción de la variante Timbío - El Estanquillo, la acometida de nuevas carreteras secundarias para desembotellar ricas e importantes regiones como el Macizo Colombiano, la Bota Caucana, el Naya, el Patía y el oriente turístico. En síntesis, hizo una radiografía de viejos anhelos que todos esperamos se vuelvan realidad antes de que nuestros nietos envejezcan. Habló de las regalías, que a partir del próximo año le tocarán al Cauca con una apropiación estimada en 400 mil millones de pesos anuales y asentó en esta cifra la esperanza de lograr el, hasta ahora, frustrado desarrollo.

Sin embargo algo va de Pedro a Pablo.

Es claro que nuestra clase política afirma su poder en la pobreza de sus gentes y en la ignorancia de sus electores. El desarrollo no deja de ser un espejismo electoral que se intensifica en víspera de elecciones. Es como prometer a un desempleado que esta vez sí va a trabajar; o a un pobre, que ya no tendrá necesidad de acudir a la caridad cristiana para sobrevivir; a un estudiante, que podrá entrar a la universidad únicamente con sus capacidades intelectuales. Es, en fin, el discurso centenario de buenas intenciones renovado cada vez que se acerca la contienda, por no decir la componenda, electoral. Pero el tal desarrollo no llega porque eso sería tanto como sepultar la actual clase política.

Si hay un departamento que necesita aprovechar sus recursos es el Cauca bajo la cobija de un Plan de Desarrollo, pero no creo que con un presupuesto de 400 mil millones alcance, si la corrupción está al acecho, si el despilfarro en medio del desorden se acrecentará; tampoco creo que a nuestros políticos les guste el orden de los proyectos cuando para ellos es fundamental el desorden administrativo que facilita la corrupción.

Un Estado ordenado, un Estado con planeación, sería el camino fácil para llegar al desarrollo; desarrollo concertado con los ciudadanos de conocimiento, de ideas, de emprendimiento y no sólo de buenas intenciones.

Imposible, por ahora, llegar allí.

Ya vemos cómo mientras los políticos van por un lado, defendiendo sus mezquinos intereses con el lenguaje de las promesas no cumplidas, los ciudadanos vamos por otro, con esfuerzos individuales (cuando deberían ser colectivos), propiciando un mejor futuro para nuestro país que será el mismo de nuestros hijos.

sábado, 14 de mayo de 2011

Por los barrios

Algunos estudiantes de Historia de la Universidad del Cauca, están adelantando un trabajo loable para buscar elementos de la Historia fuera de los documentos y testimonios escritos. Ellos buscan otro lenguaje histórico en los medios audiovisuales y el devenir de las gentes del común. A manera de anécdota, nos causó hilaridad una entrevista a un personaje de barrio cuando, frente a la cámara, le preguntaron:

-¿Usted ha visto asentarse en su barrio personas afro?

Espontáneamente expresó:

-Pues no sé decirle. Lo que sí he visto es personas a lo bien.

domingo, 1 de mayo de 2011

Discurso del cacique GUAICAIPURO CUAUHTÉMOC

DISCURSO DEL CACIQUE MEXICANO GUAICAIPURO CUAUHTÉMOC, ANTE LA REUNIÓN DE JEFES DE ESTADO DE LA COMUNIDAD EUROPEA, EL 8 DE FEBRERO DE 2002.

Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el Cacique Guaicaipuro Cuauhtémoc logró inquietar a su audiencia cuando dijo:

"Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuauhtémoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.

Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.

Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante.

Nunca tendremos otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.

El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.

El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.

Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses.

Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.

¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.

¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!

¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa.

Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Guaicaipuro Cuauhtémoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.

Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan "MARSHALLTESUMA", para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.

Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos:

¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?

Deploramos decir que no.

En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reich’s y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.

En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo.

Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.

Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300.

Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.

Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indios americanos.

Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica..."

Cuando el Cacique Guaicaipuro Cuauhtémoc dio su conferencia ante la reunión de JEFES DE ESTADO DE LA COMUNIDAD EUROPEA , no sabía que estaba exponiendo una tesis de Derecho Internacional para determinar LA VERDADERA DEUDA EXTERNA. Ahora solo resta que algún gobierno, latinoamericano tenga el valor suficiente para hacer el reclamo ante los tribunales Internacionales.