lunes, 23 de mayo de 2011

Niños y jóvenes marginados

Los gobernantes y los secretarios de educación, hoy miran a la niñez y a la juventud como un problema. Teníamos la certeza de que era al contrario: eran la solución futura de nuestros males, propiciados por nosotros, los adultos. Por ahí un gobernante lanzó una expresión que resume su impotencia: “Internet es un gran problema”. Cuando entrevistan por los medios de prensa a las secretarias de educación, no se habla de educación, se habla de los aspectos administrativos de la dependencia encargada de impartirla. Ellas son muy simpáticas pero no saben de educación, no tienen propuestas, de eso no hablan. Según los cánones del capitalismo la mejor inversión es la que se hace en la juventud innovadora, pero eso tampoco se hace.

Aquí en nuestra ciudad, que es el reflejo del país, nos extrañamos por las asonadas de los niños, por la acción violenta de los jóvenes y ni siquiera los psicólogos se preguntan por qué y, cuando lo hacen, sus respuestas son erróneas porque están tabuladas a lo gringo. Los niños y los jóvenes hace rato están diciendo, en el idioma que los adultos les han enseñado, que los tengan en cuenta dentro de los planes de ciudad, de región, de país.

Aquí en Popayán no nos hemos dado cuenta que los niños y los jóvenes de hoy son diferentes de lo que fuimos nosotros. A ellos no se les puede decir mentiras, como nos las dijeron a nosotros, porque tienen cómo comprobarlas de inmediato y reaccionan a su estilo; ellos tienen un conocimiento superior que desborda al de sus padres, al de sus gobernantes, al de los curas. Son víctimas de la injusticia social que les impide ejercer como niños y jóvenes el progreso de la humanidad.
El sistema educativo colombiano es retrógrado, enseña las mismas mentiras de siempre; ineficiente, no alcanza a educar a todos los niños y jóvenes de Colombia; ineficaz, no enseña sino que frustra; considera que la recreación es pérdida de tiempo.  En síntesis, los niños y jóvenes no se incluyen en una sociedad que los margina, que los ignora, que los persigue y hasta los mata.

Un simple ejemplo, dado por nuestro benemérito alcalde, nos sirve para afirmar lo equivocada que está nuestra política para afrontar los problemas sociales, para intentar corregir las protestas infantiles y juveniles. Se presenta como gran triunfo de una administración agónica, el hecho de invertir un valioso recurso para comprar diez hectáreas de terreno con destino a los cuarteles de la nueva policía metropolitana. Triste final de una administración que hubiera podido salvarse del desprestigio, destinando esos mismos recursos para adquirir esa área de terreno y propiciar la creación de un gran centro de recreación como lo piden a gritos los niños y jóvenes. Porque aquí, en Popayán, no hay sitios de recreación y cultura que congregue a los jóvenes, y ellos se los tienen que buscar dada su activa naturaleza.

Pero esa es nuestra política: quiere resolver los problemas sociales ignorando las causas y atacando las consecuencias. 

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