Terminó el mundial de fútbol de Sudáfrica y en el balance quedaron dos aspectos rescatables, por lo graciosos: “El corresponsal” de la televisión que desnudó a los comentaristas y narradores, y las frases reiterativas de esos mismos narradores y comentaristas, como estas:
Le mandó una bola redonda y la recibió cuadrada.
Con ese cambio de frente, amplió la cancha.
Es un media punta que parece nueve.
Tres jugadores en el medio, reducen los espacios.
Si no tiene el balón, deja jugar al contrario.
Si no hace goles, pierde.
Le recortó la pelota en las diez y ocho.
El que patea al arco, hace gol.
Si el balón lo coge Fabiano, es muy peligroso.
Elano sin Kaká no puede jugar.
Cinco minutos más y gana.
Le preguntaron a Arévalo del Uruguay:
-¿Qué le faltó a Uruguay para ganarle a Holanda?
-Nos faltaron dos goles.
(Uruguay perdió 3 goles por 2).
Más atrás en el tiempo le preguntaron a Jorge Luis Borges:
-Maestro, ¿por qué el fútbol es popular?
Y contestó, bien lejos de cualquier pose de comentarista:
-El fútbol es popular porque la estupidez es popular.
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