Hace unos cuantos meses entrevistaban por la radio nacional
al Rector del Liceo anexo a la Universidad de Nariño para que explicara cómo
fue posible que su colegio alcanzara la excelencia, vale decir, el primer lugar
en Colombia en las pruebas Icfes.
El Rector, entonces, expresó algo totalmente diferente a lo
dicho por académicos neoliberales y periodistas adscritos a la nueva doctrina
de que la educación debe ser orientada por la empresa privada para fortalecer a
la empresa privada.
Dijo el Rector que a la carga académica exigida por el
Ministerio de Educación Nacional se hacía énfasis en el arte, la cultura y las
Humanidades. De esta forma se obtenía un conocimiento universal, y el alumno, a
la vez que aplicaba sus habilidades en matemáticas, lenguaje y ciencias
básicas, desplegaba, con entusiasmo, sus aptitudes artísticas. No había tiempo
para aburrirse en el colegio; cada nueva sesión de conocimiento era un nuevo
descubrimiento fortalecido por el sedante artístico. La literatura, como arte,
era la mejor vía para alcanzar una óptima comprensión de lectura, fundamento de
todo aprendizaje.
Un estudiante formado así, con la disciplina de las ciencias
y la imaginación que otorga el quehacer artístico, será un profesional íntegro,
contestatario, libre para optar por el libre pensamiento. Un profesional que no
podrá ser esclavizado sino incluyente en el destino de su país. Tendrá la
visión de cuál es el mejor camino para llegar a la patria que necesitamos.
Pero el proceso de este Liceo no constituye una norma, sino
una excepción. La mayoría de los colegios, en especial los concesionados y
privatizados, preparan a sus estudiantes para que sean técnicos medianos y mal
pagos.
Hace unos pocos domingos, la prensa nacional destacaba que
el Icetex había eliminado los posgrados en ciencias humanas tales como la
filosofía, antropología, arqueología, sicología y aquellas que tienen que ver
con el medio ambiente que es lo mismo decir, con la vida. Nuestros dirigentes
académicos le asignaron importancia absoluta a las carreras técnicas, de suerte
que formaremos profesionales de alta calidad para que sean absorbidos por los
países avanzados, dado que nuestro país no tiene industria ni tecnología
desarrolladas. Los profesionales que debemos formar para nuestro país, ahora no
van a tener la oportunidad de participar en el despegue de nuestros recursos
humanos y naturales para alcanzar un nuevo tipo de progreso que no lo dan las
tecnologías de punta.
Es triste que Colombia carezca de una política educativa
acorde con lo que somos y con las potencialidades que tenemos; estamos seguros
de que si hay una política en la educación, esta es impuesta por los países
imperiales sobre nuestros dirigentes sumisos.
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