viernes, 23 de enero de 2015

No vayan

Llegaron tres damas de la capital a visitar la antigua catedral de sal de Zipaquirá. Pero llegaron tarde. 

Y apareció el párroco del lugar, soberbio y grosero, para decirles que volvieran al otro día, a partir de las 8 de la mañana. 

Las damas argumentaron que venían de muy lejos y no les era posible volver al otro día, que además habían llegado retrasadas cinco minutos y bien podría hacer una excepción habida cuenta de su condición de damas de respetable alcurnia.

El párroco dijo que él no hacía excepciones. Insistieron las nobles hasta que saturaron la neurastenia del cura al amenazarlo con ir a su superior jerárquico y poner la queja. La respuesta del sacerdote fue una:

–¡Váyanse a la mierda!

Las señoras enojadas acudieron entonces al superior, un sacerdote tranquilo, viejo y muy comprensivo. Después de oír sus descargos les preguntó:   
 ¿Y él qué les dijo?

– Que nos fuéramos a la m…

Arqueando las cejas, tomando asiento para dictar su recomendación, el superior pronunció un sabio consejo:

–Pues no vayan.  

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