lunes, 30 de noviembre de 2015

Medellín, ejemplo que da envidia

Hasta hace unos años el civismo era un distintivo de la ciudad de Cali, ahora lo es de Medellín.

Medellín es un ejemplo nacional de cómo se puede vivir bien en una gran ciudad. Es una articulación –como se dice ahora– social entre ciudadanos y gobernantes, que empezó a construirse después de los años difíciles de enfrentamiento entre el Estado y las mafias del narcotráfico. Hoy, Medellín tiene problemas pero todos son posibles de resolver porque existe ese ánimo de concertación entre quienes tienen el poder –y lo ejercen sin soberbia– y los ciudadanos dispuestos a aportar sus iniciativas con la seguridad de ser atendidos.

La clase dirigente de Medellín estructuró la ciudad al derecho: construyó el Metro a lo largo del casco urbano, que hizo posible la integración de municipios como Itagüí, Envigado, Sabaneta y Bello; mejoró y amplió sus vías, hasta volverlas amables; construyó el Metro Cable y el Metro Plus, como soporte del transporte masivo hasta hacerlo integral; adelantó campañas de civismo y conocimiento de normas de tránsito; ejecutó planes de señalización que hasta un despistado turista entiende. El resultado está a la vista: ciudadanos amables y cultos; transporte que fluye al ritmo de la ciudad y una incesante actividad cultural que poco a poco desplaza la patanería social para dar paso al civismo y al respeto colectivo.

Ahora, Medellín ha acometido la implementación del tranvía o Metro ligero para cubrir las zonas a donde no llega el Metro, por sectores que se rescatarán para la comunidad y el turismo. 

Alguien dirá que eso es posible porque allá hay plata; me atrevo a decir que eso es posible, porque allá hay ideas que se depuran y ponen en práctica. Allá tienen el convencimiento de que si la ciudad progresa, ellos –dirigentes y dirigidos– también progresan. No hay ese egoísmo tan mezquino que impide la ejecución de políticas de cambio para mejorar, entre una administración y otra.  

A Medellín le sobra clase dirigente, la misma que le falta a Cali que no ha sido capaz de construir el Metro regional mas barato del mundo – al ser superficial en un 100% – que integre las ciudades de Jamundí, Cali, Palmira, Buga, Tuluá y Cartago; que no ha sido capaz de construir la Terminal de Transportes del Sur; ni mucho menos el anillo vial que abrace la ciudad a doble calzada e impida la congestión en las vías del centro; que mantiene a oscuras la doble calzada entre el aeropuerto internacional y la Sultana del Valle.

Seguramente Cali se dejó influenciar por Popayán, donde no hemos sido capaces de organizar el tránsito chiquito que tenemos.


¡Ah! Nuestra mentalidad de vendedores de empanadas.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Mala educación: mucho atraso

Hace unos cuantos meses entrevistaban por la radio nacional al Rector del Liceo anexo a la Universidad de Nariño para que explicara cómo fue posible que su colegio alcanzara la excelencia, vale decir, el primer lugar en Colombia en las pruebas Icfes.

El Rector, entonces, expresó algo totalmente diferente a lo dicho por académicos neoliberales y periodistas adscritos a la nueva doctrina de que la educación debe ser orientada por la empresa privada para fortalecer a la empresa privada.

Dijo el Rector que a la carga académica exigida por el Ministerio de Educación Nacional se hacía énfasis en el arte, la cultura y las Humanidades. De esta forma se obtenía un conocimiento universal, y el alumno, a la vez que aplicaba sus habilidades en matemáticas, lenguaje y ciencias básicas, desplegaba, con entusiasmo, sus aptitudes artísticas. No había tiempo para aburrirse en el colegio; cada nueva sesión de conocimiento era un nuevo descubrimiento fortalecido por el sedante artístico. La literatura, como arte, era la mejor vía para alcanzar una óptima comprensión de lectura, fundamento de todo aprendizaje.

Un estudiante formado así, con la disciplina de las ciencias y la imaginación que otorga el quehacer artístico, será un profesional íntegro, contestatario, libre para optar por el libre pensamiento. Un profesional que no podrá ser esclavizado sino incluyente en el destino de su país. Tendrá la visión de cuál es el mejor camino para llegar a la patria que necesitamos. 

Pero el proceso de este Liceo no constituye una norma, sino una excepción. La mayoría de los colegios, en especial los concesionados y privatizados, preparan a sus estudiantes para que sean técnicos medianos y mal pagos.

Hace unos pocos domingos, la prensa nacional destacaba que el Icetex había eliminado los posgrados en ciencias humanas tales como la filosofía, antropología, arqueología, sicología y aquellas que tienen que ver con el medio ambiente que es lo mismo decir, con la vida. Nuestros dirigentes académicos le asignaron importancia absoluta a las carreras técnicas, de suerte que formaremos profesionales de alta calidad para que sean absorbidos por los países avanzados, dado que nuestro país no tiene industria ni tecnología desarrolladas. Los profesionales que debemos formar para nuestro país, ahora no van a tener la oportunidad de participar en el despegue de nuestros recursos humanos y naturales para alcanzar un nuevo tipo de progreso que no lo dan las tecnologías de punta.


Es triste que Colombia carezca de una política educativa acorde con lo que somos y con las potencialidades que tenemos; estamos seguros de que si hay una política en la educación, esta es impuesta por los países imperiales sobre nuestros dirigentes sumisos.

viernes, 23 de enero de 2015

No vayan

Llegaron tres damas de la capital a visitar la antigua catedral de sal de Zipaquirá. Pero llegaron tarde. 

Y apareció el párroco del lugar, soberbio y grosero, para decirles que volvieran al otro día, a partir de las 8 de la mañana. 

Las damas argumentaron que venían de muy lejos y no les era posible volver al otro día, que además habían llegado retrasadas cinco minutos y bien podría hacer una excepción habida cuenta de su condición de damas de respetable alcurnia.

El párroco dijo que él no hacía excepciones. Insistieron las nobles hasta que saturaron la neurastenia del cura al amenazarlo con ir a su superior jerárquico y poner la queja. La respuesta del sacerdote fue una:

–¡Váyanse a la mierda!

Las señoras enojadas acudieron entonces al superior, un sacerdote tranquilo, viejo y muy comprensivo. Después de oír sus descargos les preguntó:   
 ¿Y él qué les dijo?

– Que nos fuéramos a la m…

Arqueando las cejas, tomando asiento para dictar su recomendación, el superior pronunció un sabio consejo:

–Pues no vayan.  

miércoles, 7 de enero de 2015

El largo camino hacia la paz

En caso de firmarse acuerdos entre el gobierno y la guerrilla de las Farc, se pondrá fin al conflicto armado pero apenas comenzará un largo camino hacia la paz.

El actual gobierno quitará una perturbación en sus acciones y tendrá una oposición política en reemplazo de la armada. Falta ver que haya cambios sustanciales en la forma de hacer política; no se puede seguir con las mismas prácticas que eternizan a unos jefes regionales en los foros legislativos donde defienden sus intereses, aliados, cuando no integrantes de los cánceres corruptos; tampoco se puede aceptar que dominen unas elecciones los criminales dotados de unos dólares sangrientos; mucho menos que a los cargos públicos de trascendencia, lleguen analfabetos o personas francamente brutas que toman decisiones cuyas consecuencias sean desastrosas o criminales.

Es, ahora, el comienzo para transformar el país en la Nación que queremos la mayoría de los colombianos. Una Nación donde se garanticen los derechos fundamentales, donde no haya defensores del pueblo, ni de derechos humanos, ni de la naturaleza animal ni vegetal, ni de clientes insatisfechos, porque no los necesitaremos.

Es hora de apostarle a construir Nación, como ya lo están haciendo los vecinos de América, aprovechando dos milenios de civilización. La violencia no puede ser el fundamento de un Estado, el desarrollo debe ser el bienestar de todos, sin excepciones. Es hora de medir el progreso, no por el crecimiento de la economía de los potentados sino por el grado de satisfacción de todos sus habitantes. Cuando todos los colombianos tengamos una vida digna, seguro, desaparecerá la violencia, será una oscura referencia del pasado.

Para construir Nación deberemos afrontar una etapa dolorosa, pero necesaria. Tal vez se requeriría un periodo no inferior a cinco años para extirpar el cáncer que carcome a nuestra sociedad. Se han creado monstruos que ya no habrá cómo reformar, ni de ninguna manera integrar a la nueva Colombia. Criminales que siegan vidas por el vil metal, violadores y asesinos de niños, torturadores de todos los pelambres, masacradores, cobardes que lesionan mujeres mutilando su belleza, corruptos de todos los tipos y de todas las escalas, deberán pasar al muro de la pena capital. No hay de otra. Estos personajes no deben tener futuro en la Nación, con nuevas  y verdaderas leyes que se cumplan; Nación culta que respete la vida como el bien supremo; sin cárceles, reemplazadas por colonias de trabajos reformatorios y en verdad productivos, para contravenciones menores. Ya no tendremos al mejor policía del mundo porque tampoco tendremos a la mejor delincuencia del mundo.

No es soñar.

Si Europa sufrió dos guerras mundiales donde llegó al máximo de degradación e infamia del ser humano y ahora es culta y respetuosa, podemos seguir su ejemplo. Tenemos sus mismas virtudes, las mismas de cualquier habitante de esta tierra.


Además, podemos innovar para mejorar, no como hacen los últimos gobiernos, cambiar para seguir igual.