viernes, 28 de diciembre de 2012

Diálogo torcido

 En una emisora local, de Popayán, se comentaba sobre la arrogancia del secretario de salud departamental del Cauca:
-¿Se le subió el humo?
-¡UUUh! Se cree impotente.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Fallece El Liberal

Ayer, 15 de diciembre de 2012, dejó de existir El Liberal, el periódico más antiguo del occidente colombiano; fundado el 13 de marzo de 1938 por el ingeniero civil Paulo Emilio Bravo, en Popayán.
Hoy, es el primer domingo que ya no circula El Liberal. En este periódico se metieron alimañas que con su pensamiento lo destruyeron: no había periódico más godo que El Liberal. Hasta los viejos dejaron de leerlo. Quienes lo dirigían, no entendieron que todo cambia, hasta el pensamiento.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Desde la banca

Sentados en el parque Caldas, en Popayán, Colombia, desgranaban recuerdos Vernaza y Garzón.
Fue Garzón quien observó un proceso de vida:
-¿Por qué será que ya no se ven viejitos como antes?
Ante lo cual sentenció Vernaza:
-Porque ahora los viejitos somos nosotros.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

El fin del mundo

A partir de la destrucción de las culturas americanas emprendida por el imperio español, son muchas las especulaciones que sucedieron sobre los conocimientos científicos de los originarios de estas tierras.
El imperio español –como todo imperio– fundaba su existencia en el avasallamiento, por la fuerza, de los sometidos. La violencia se sobrepuso a la razón. España no tuvo la claridad mental para entender que había descubierto un nuevo mundo, que detentaba una civilización que había alcanzado su desarrollo por otros caminos diferentes a la imposición de la fuerza y de creencias equivocadas.
Fueron muchos los conocimientos científicos que se perdieron, durante la llamada Conquista, por ese afán de avasallar a unos pueblos pacíficos. Hoy vemos realizaciones de esos antiguos americanos que siguen siendo misterios, porque no hay teoría científica moderna que los pueda explicar. Ahí están las líneas de Nazca, en el Perú, y los petroglifos de San Agustín, en Colombia; las pirámides de Yucatán, en México y  la orfebrería de los Quimbayas, en Colombia; Tiahuanaco, el puerto fluvial más alto del mundo, en Bolivia y la astronomía de los Mayas.
Los Mayas tenían amplios conocimientos del universo y llegaron a plantear el funcionamiento de los sistemas cercanos; sin embargo, al perderse ese conocimiento, todo se volvió especulación y leyenda hasta nuestros días, cuando se les ha atribuido el fin del mundo este 21 de diciembre del año 2012.   
Se ha rescatado un conocimiento Maya que los científicos modernos descubrieron en el siglo XX: en el universo todo es energía y movimiento. Y la ciencia moderna asegura que la energía no se destruye sino que se transforma.
Tal vez fue eso –especulación necesaria– lo que los Mayas quisieron decir: que en este tiempo, por el movimiento del sistema solar en el universo, hasta un lugar cíclico de la galaxia, habrá cambios trascendentales de energía que nos afectarán.  
Sea como sea, tendremos un nuevo año, el 2013, y el mundo seguirá su eterno viaje por el cosmos hasta el fin de los siglos.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Colombia sin diplomacia


Desde lejanas épocas, Colombia ha perdido territorio fundamentalmente por tres causas: No ha creado y mantenido con seriedad la carrera diplomática; no ha ejercido soberanía sobre sus fronteras y posiciones de ultramar; ha ignorado la Historia.

Veamos, como ejemplos de lo afirmado, el Conflicto con el Perú, la pérdida del islote de Los Monjes y el reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre San Andrés y sus cayos.

En el caso del Perú,  desde fines del siglo XIX era práctica común el abandono de las fronteras, la ineficiencia administrativa y los convenios dolosos en la región del Amazonas, Putumayo y Caquetá, lo cual permitió al Perú la invasión del municipio colombiano de La pedrera en 1911, las actividades criminales de la nefasta Casa Arana y la culminación de la toma de Leticia en 1932. Los peruanos se movían en dos frentes: el de la agresión y la agitación diplomática; Colombia exhibía timidez en ambos. Si se llegó a un acuerdo en 1933 fue por el hecho fortuito del asesinato del dictador Sánchez Cerro del Perú que permitió al general Oscar Benavides (el invasor de La Pedrera) asumir el poder y concretar el Acuerdo de Ginebra con Alfonso López Pumarejo. Perú obligó a Colombia –que no tenía por qué hacerlo–a pactar unas negociaciones en el llamado Protocolo de Rio de Janeiro donde los delegados colombianos eran Roberto Urdaneta Arbeláez, Guillermo Valencia y Luis Cano, ninguno diplomático de carrera, y por el Perú, Víctor Maúrtua, Víctor Andrés Belaúnde y Alberto Ulloa, todos avezados diplomáticos. En el Acta adicional se observa la pérdida de territorio colombiano y las aspiraciones satisfechas del Perú. Sólo alcanzamos la libre navegación por el rio Amazonas.

En referencia al archipiélago de Los monjes, ubicado al norte de la Guajira, para resumir, citemos al historiador César Torres del Rio en su libro Grandes agresiones Contra Colombia: “…archipiélago de Los Monjes, Propiedad de Colombia, obsequiado a Venezuela en noviembre de 1952 con el argumento de que nuestro país no poseía títulos jurídicos, y nuevamente regalado por el gobierno de César Gaviria Trujillo en 1992. ¡Doble traición! Lo sorprendente es que Colombia sí tenía y tiene aún sus derechos soberanos de propiedad.”

En el reciente fallo sobre el archipiélago de San Andrés confluyen todos los vicios de nuestra clase política: abandono estatal (denunciado tardíamente por el Vicepresidente), carencia absoluta de buenos diplomáticos (en Colombia la diplomacia no es carrera, se usa como contraprestación politiquera) e ignorancia de la historia (ni siquiera se acordaron de denunciar el Pacto de Bogotá de 1948, que hubiera impedido acudir a La Haya, en 2007, donde, según el decir de Clara López Obregón, “no teníamos nada que ganar y sí mucho qué perder”).

Hacia el futuro –lo vemos claro–, Nicaragua apunta a apoderarse de San Andrés con fuertes argumentos políticos: Seguramente declarará a los habitantes del archipiélago ciudadanos nicaragüenses que podrán seguir su vida normal de pesca y desarrollo y disfrutar, además, de los derechos de salud y educación que Nicaragua tiene, –ahora más cerca de San Andrés– y Colombia los ha negado.