jueves, 20 de junio de 2013

Así, no se come


Un empleado de la empresa más importante del Departamento del Cauca, decidió invitar al gerente a un almuerzo en su casa, ubicada en una vereda campesina de los extramuros de Popayán, para solicitarle un posible aumento de sueldo. 

Llegado el momento cumbre, la señora madre del empleado sirvió los platos al gerente y sus acompañantes, pero se olvidó de ponerle los cubiertos al invitado principal.

-¡Mamá! ¿Por qué no le ha puesto tenedor y cuchillo al doctor?

-¡Ay, mijo! Como usted me ha dicho que él come como un puerco… 

lunes, 17 de junio de 2013

Propuesta al Alcalde de Popayán


Doctor
FRANCISCO FUENTES MENESES
Alcalde
Popayán

Cordial saludo.

Es de  grandes hombres pensar en grande; es de estadistas realizar sueños.

Popayán dejó de ser la aldea que sólo necesitaba una empresa de tres buses y una avenida sexta de norte a sur. Ahora, su extensión y desarrollo, desordenado, requieren propuestas audaces para alcanzar el anhelado bienestar ciudadano (antídoto contra las violencias) y preservar lo poco que aún nos queda de ciudad culta, importante en la historia de Colombia y protectora del medio ambiente.

Sin conocer el Plan de Movilidad, ni sus propuestas de desarrollo, (los medios de comunicación se volvieron simples y faranduleros, cuando no lambones, que ni leo ni escucho) me atrevo a plantearle a usted, que dé los primeros pasos para la construcción del Tranvía Perimetral de Popayán.

Sería maravilloso contar con este medio de transporte del cual disfrutan pequeñas ciudades europeas –que usted seguramente conoce– que exaltan, sin deteriorar, su belleza medieval.

Las razones que amparan mi propuesta son:

-Se tendría un medio más de transporte integrado.

-No afectaría al medio ambiente.

-Su construcción no requiere grandes vías.

-Abarcaría toda la ciudad y sus alrededores.

-Fortalecería el turismo.

-Integraría nuevas áreas de desarrollo.

-Fortalecería el empleo en los campos artesanal y gastronómico.

-No requiere el uso de combustibles fósiles.

-Otras, que alargarían la lista.

Quienes se podrían oponer a esta propuesta la pueden calificar de faraónica; imposible de hacer porque no hay recursos; que hay otras prioridades; es decir, hay muchas razones para no hacerla. Por el contrario, iniciarla y ejecutarla implica desbaratar el egoísmo y la pequeñez; dos defectos que nos dejaron relegados en el país, algo así como vendedores de empanadas de tiendas chiquitas.

Hoy, la ingeniería civil tiene técnicas probadas y económicas para que una obra como esta no interfiera con lo ya hecho. Por ejemplo donde la línea del tranvía interceda con una vía principal, ésta se debe transformar en subterránea, o deprimida como se dice ahora, sin alcanzar grandes costos.

Para finalizar, estoy seguro de que esta obra algún día se hará; si le hago la propuesta, es porque tengo la esperanza de que usted la sabrá sopesar y dar los primeros pasos, lo cual permitirá que la alcancemos a disfrutar antes de entregar nuestra existencia a la madre tierra.

Gracias por su atención.

miércoles, 5 de junio de 2013

Todo pasa por la política


Si me atrevo a hacer este comentario es porque nos han cambiado los roles: donde antes había autoridad, ahora hay agresividad; donde antes había respeto, ahora excede la altanería; donde antes había cultura, ahora campea la ignorancia.

El Estado desvió su condición de conductor de asociados para ser un ente propiciador de esclavitud y violencia contra sus mismos asociados a favor de poderes económicos extranjeros y con la aquiescencia de los medios de comunicación. De aquí se deriva la ponderación por los héroes que matan, la exaltación de los éxitos económicos como los únicos dignos de registrar, la inutilidad de la cultura frente a la simpleza de la ignorancia.

Vemos en el arte, el cine, la televisión todos estos valores que chocan contra nuestra manera de ser y actuar. Pero son los niños quienes más rápido asimilan esta contra cultura y luego, cuando se estrellan con un Estado que los limita, cuando no los frustra, pasan a ser educadores de las nuevas generaciones.

Y aquí viene el educador actual, muy lejano de ese forjador de juventudes de tiempos idos. El educador que no se respeta así mismo y por lo mismo es irrespetado por sus alumnos; el educador que concibe su trabajo como un acto de sobrevivencia antes que una misión trascendental; el educador que se volvió una mercancía más, tasada por el Estado.

Y así obra.

Me tocó asistir a una ceremonia de grado de la Universidad Católica de Manizales, en Popayán, donde unos educadores recibían el título de posgrado en Educación Personalizada. Con unas tres excepciones, dignas de destacar, observé que los profesores iban pésimamente vestidos: en mangas de camisa y algunos con la camisa por fuera del pantalón, como si fueran a recibir un trofeo de cantina de pueblo. Quien fue el encargado de pronunciar el discurso, en representación de sus compañeros, en camisa folclórica, no sabía leer; y, por esto, aseguro que no sabía hablar. Y sin saber hablar no se orienta a unos jóvenes.

Si los institutores no le dan trascendencia a un posgrado, escalón superior en su conocimiento, es porque lo hacen por cumplir un requisito para ascender a la categoría catorce, nada más. Es muy seguro que no aplicarán lo aprendido y más seguro aún, que de inmediato olvidarán lo que la Universidad les entregó. Triste resultado de una educación que nos tiene postrados.

Para concluir, los tres educadores que tomaron en serio el acto universitario, de un grupo de quince (la mayoría no asistió) y las damas institutoras, que fueron todas elegantes, son personas excepcionales que aún conservan esa vocación de educar con el ejemplo. Esto nos reconforta porque, si se respetan así mismos, respetan a los demás que no son otros que sus alumnos, futuros ciudadanos de nuestro país.

lunes, 3 de junio de 2013

¡Se nos fue la viejita!


El pasado 22 de mayo de 2013 falleció mi mamá, María Úrsula Erazo. Tenía un poco más de 91 años (91 años mas siete meses); una vida fructífera que engendró, crió y profesionalizó a siete hijos, Víctor, Edgar, Darío, Nelly, Reinaldo, Gloria y Yenny. Su intempestiva muerte me cogió en Medellín, cuando mi sobrina, Alejandra, hija de Reinaldo, presentaba pruebas de ingreso a la Universidad de Antioquia y visitaba a mi hijo, Fernando.

Fue Darío quien me llamó esa aciaga mañana, pero su depresión no lo dejó hablar, después lo supe por Reinaldo quien me dijo “Se nos fue la viejita”.

Ahora sé lo que alguna vez dijo un colombiano atribulado por la desgracia, “Nadie está preparado para afrontar la muerte de un familiar”. El dolor se metió en todo el cuerpo y se manifestó en unas lágrimas incontenibles.

Finalizaba así, una época de felicidad que empezó en Timbío (Cauca) en 1905 cuando nació el mayor de los hermanos de mi mamá, Miguel; siguió con Tulia, luego Emma, María Úrsula (nació el 21 de octubre de 1921), Victoriano, Hernando y Gerardo. 

Mi madre fue la última en fallecer y cerrar una extensa progresión de historia familiar que se confunde con los azares de un país que se niega a olvidar la guerra.