miércoles, 28 de diciembre de 2011

El gobernador y el alcalde se confiesan


En tiempos presentes (que parecen esotéricos), de sondas a Marte, de alimentos transgénicos, de educación telepática, de sanaciones milagrosas, nos tocó una de esas entrevistas virtuales, donde los entrevistados piensan pero no hablan.

Era imposible saber dónde estaban el alcalde de Popayán y el gobernador del Cauca, recién elegidos, pero notábamos clarito su pensamiento, tanto, que no necesitaban de asesores, ni maquilladores; los veíamos como en una nube de buenas intenciones que se nos hacía próxima a las islas del Caribe ardiente. Estaban felices, como quien se gana el extra de la lotería y no sabe por dónde empezar a malbaratar la plata.

Comenzamos la entrevista donde cada pregunta la respondían con sinceridad sin descuidar sus propias actividades recreativas en esas breves vacaciones, otra vez, ardientes. 

-Doctor Fuentes: ¿Usted está de acuerdo con introducir el tranvía en el plan de movilidad de Popayán?

-Claro, hijo. Si es la opción de transporte alternativa que solucionará en el futuro la falta de combustibles. Además, quiero que mis hijos se hagan a la idea de cómo era el tren en que yo viajaba de aquí a Piendamó, cuando quedaba más lejos.

-Doctor Temístocles: ¿Usted está dispuesto a llegar por carretera al mar?

-Ya lo estoy haciendo, señor periodista: me voy por Buenaventura porque los viajes en avioneta me marean más que los recursos de las regalías. Pero si usted quiere decir que debemos construir nuestra propia carretera, le digo que sí, contundentemente. Haremos unos grandes proyectos que contemplen la ampliación y pavimentación de la carretera Popayán-Argelia-El Plateado; la construcción y pavimentación de la carretera El Plateado-López de Micay; así como la de un gran puerto fluvial de carga y pasajeros en López de Micay. De esta forma ya estaremos en el mar. La parte final, entre López de Micay y Guapi, que se comunicará por un canal interior entre manglares, se la dejaré a mi sucesor de nuestra convergencia política que, por obvias razones, será negro y no indio.

- Doctor Fuentes: ¿Popayán tendrá su propio Plan de Desarrollo?

-Indudablemente, hijo. Ese plan tendrá en cuenta el otro lado de la variante de la carretera panamericana, donde construiremos un nuevo acueducto para cincuenta años; donde ubicaremos talleres de mecánica en un solo sitio; colchonerías en otro. Crearemos un  centro de abastos con las últimas disposiciones urbanas y, pegado, un área para los almacenes de insumos agrícolas. Haremos un gran hospital de tercer nivel y al lado, los salones de pompas fúnebres, como tiene que ser; el cementerio sí quedará lejos, donde están los rellenos sanitarios. Desarrollaremos una amplia zona de recreación campestre donde tendremos desde fútbol profesional hasta ópera, pasando por el juego de tejo sin trago; una frondosa zona residencial con mega-colegio y mega-universidad, sin costosas zonas pre pago. Allí todas las vías serán pavimentadas y sin huecos; no habrá vendedores ambulantes ni carros viejos con perifoneo. En fin, será una nueva Popayán sin estatuas  ni rancias costumbres, como queso viejo.

-Para finalizar, doctor Temístocles, ¿usted concertará la paz del departamento?

-Claro que sí, señor periodista. Con la ayuda del señor presidente, estamos dispuestos a fumar la pipa de la paz. Iremos a donde nos manden con tal de que el Cauca sea un laboratorio de paz. Ya es hora de hablar, de sobreponer las palabras a las balas. Además nadie se ha muerto por discutir, mientras que siguen los muertos sin discusión. Le digo contundentemente, habrá paz en el Cauca.

Acabó la entrevista virtual.

Nos quedó una sensación de felicidad indescriptible propia de quien acepta y cree, con esperanza.

Al fin de cuentas somos ingenuos INOCENTES. 

domingo, 25 de diciembre de 2011

La educación infantil, otra frustración


Comencemos diciendo que la educación que se le da al niño colombiano es la educación que conduce a la frustración del futuro ciudadano.

El Ministerio de Educación, y de ahí para abajo, aplica una política donde se enseña mal, se castiga la iniciativa, se frustra la esencia del infante, que es su libertad, para acomodarlo a la disciplina engañosamente castrense.

Si tomamos como ejemplo a los países que tienen un elevado reconocimiento intelectual, vemos que a los niños les enseñan a hacer cosas por medio de manualidades, porque en esa primera etapa el niño está descubriendo su entorno y lo hace con todos los sentidos. Les enseñan a construir con sus manos, a pintar, a bailar, a cantar, a hablar bien, a escribir manuscritos con buena letra, a sumar, restar y multiplicar con elementos concretos, como en un prolongado recreo. Les hacen descubrir la memoria aprendiendo trozos de literatura en verso y reconociendo la geografía de su patria. Esos países no permiten que a sus niños les enseñen en computador, ni menos a manejarlo, tampoco que usen el teléfono móvil. Consideran nocivos los elementos modernos porque el niño se vuelve un perezoso mental, carente de iniciativa, no descubre el mundo por sí mismo sino que se lo esconden. Después de los diez años, en esos países, el niño puede usar aparatos modernos porque se asume que ya ha aprendido lo elemental y puede pasar a la etapa de la abstracción y el conocimiento superior.

En nuestro medio el estudio es, en general, una actividad muy ardua cuando debería ser placentera. Eso nos lo inculcan desde la niñez y lo llevamos como un fardo que muy pocos se atreven a descargar. El niño no debe ser sometido, obligado, sino orientado. Que él busque y encuentre, por sus propios medios, lo que más lo satisface, la llamada vocación para desarrollar sus talentos que definirán su futuro.

Muy poco, por no decir nada, hacen las secretarías de educación, municipal y departamental, que se han convertido en administradoras de fondos de pagos, traslados de personal y apoyo logístico y han descuidado la verdadera calidad de la educación de nuestros niños.

Solo esperamos que los tiempos cambien, así como los gobernantes, para mejorar.   

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Burocracia india moderna


En las épocas de la gobernación de don Floro Tunubalá, se agudizó el proceso burocrático hasta volverlo soez.

Un abogado que no tenía nada de indio –sólo el olor–, nada de negro –ni los ojos–, estaba adelantando un acuerdo jurídico por una importante deuda bancaria del mandatario, éste sí indio. Cuando tuvo listo el acuerdo para la firma del deudor gobernante, se presentó en el edificio de la gobernación del Cauca. Lo recibieron los recepcionistas, asesores y consejeros en manada y le dieron el turno para entrevistarse con el gobernador. 

El abogado al ver el turno que le asignaron, atinó a escribir una pequeña nota que deslizó ante la secretaria india, más próxima al mandatario, que decía:
“Don Floro: Tengo el acuerdo de su pago con el banco que quería protocolizar hoy, pero como me tocó el turno mil veintiuno entonces vendré dentro de seis meses”.

Sobra decir que don Floro mandó a un policía a detener al abogado, antes de que abandonara las instalaciones, para que ingresara con máxima prioridad al despacho gubernamental.

martes, 20 de diciembre de 2011

La crisis del capital, comienzo del humanismo.

Creo que muchos ciudadanos de Colombia vieron en la última semana de noviembre de 2011, por el canal Caracol de televisión, una insólita entrevista a dos representantes del capital, de la ciudad de Medellín. 
Entrevistaban a los presidentes del Banco de Colombia y del grupo empresarial Sura; y digo insólita entrevista, por los planteamientos hechos. 
Ambos personajes coincidían en que el progreso de nuestro país debía fundamentarse en dos aspectos bien definidos: el respeto por la vida y la igualdad. Y, para alcanzarlos, planteaban como estrategia enfatizar en la educación en todos sus niveles.

Algo está pasando en los entretelones de la economía mundial para que ahora nuestros economistas se atrevan a hablar como si fueran humanistas. Como decía un economista de la orilla opuesta: en los manuales de economía nunca aparecen términos como vida, medio ambiente, igualdad, biosfera, calentamiento global, fotosíntesis, finitud; por esto, es insólito que ahora los representantes del capital los hayan introducido en sus disertaciones.

El llamado movimiento de los indignados, que ya supera varios meses de manifestaciones en Europa y Estados Unidos, unido a la mayor crisis económica europea, aún no resuelta, es posible que les haya hecho abrir los ojos a los potentados sobre la realidad social; que un crecimiento económico infinito no es posible en nuestro mundo; que la economía, que genera bienestar, se desarrolla por los pueblos que trabajan y no por los que especulan; que con la pretensión de alcanzar la riqueza acumulativa del capital se puede llegar a destruir la naturaleza que la sustenta; que de nada sirve el dinero frente a la escasez de agua y de alimentos; que la desigualdad social es causa de rebeliones; que los pueblos ya no son manipulables.

Es posible que estemos asistiendo a un cambio trascendental en nuestra civilización.

Que hoy, en el mundo, se eleve la vida a valor supremo, sería el principio de la desaparición de las guerras; el comienzo de la fraternidad humana; la eliminación de las desigualdades, respetando las diferencias.

Si esto llegara a suceder, los ejércitos de armas para matar serían reemplazados por ejércitos de científicos para extender la vida; los políticos podrían dedicarse a las bellas artes, donde no cabe el cinismo; los economistas llegarían a ser poetas de elevada hipérbole; pero, sobre todo, ya no tendríamos que preocuparnos por valores efímeros; dejaríamos la puerta abierta de nuestra casa como si fuera una extensión del vecindario.

Hasta el pudor dejaría de ser virtud.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Ciencia, paciencia y apariencia


Bien dice el adagio popular que “las apariencias engañan”. 

Esto a propósito de un lejano recuerdo estudiantil, cuando promediábamos la carrera universitaria de Ingeniería en Electrónica y Telecomunicaciones de la Universidad del Cauca. 

En esas deliciosas décadas del 70, tuvimos un breve viaje académico a la ciudad de Cali para observar el funcionamiento de una fábrica de pantallas de televisión, de rayos catódicos. En ese tiempo el plasma era una lejana teoría electrónica de gases que sólo interesaba a la URSS y el LCD (Despliegue de Cristal Líquido) una promesa del Japón, no formulada todavía.

Llegamos y empezó nuestro deslumbramiento. La actividad era febril, de empleados y científicos; a éstos los veíamos como a unas lumbreras del conocimiento, difíciles de igualar.

En ese entorno de ciencia y técnica, divisamos al fondo de la factoría, a un ingeniero sentado en su escritorio, con las manos aferradas a su cabeza, totalmente concentrado en un texto que tenía frente a sus ojos. La impresión inicial nuestra, era que se trataba del máximo científico jefe que estaba ahondando en una nueva teoría. Unos pocos estudiantes, curiosos ante la alta ciencia, nos acercamos al ingeniero con el ánimo de saber lo que él estudiaba. 

Grande fue nuestra sorpresa cuando vimos que, demasiado serio y ajeno a su mundo, leía la revista de Condorito. 

jueves, 8 de diciembre de 2011

Viejas navidades


Dicen las malas lenguas que cuando a una persona le parecen más interesantes los recuerdos que las ilusiones es porque ya está vieja. Gabriel García Márquez decía que un hombre es viejo cuando empieza a parecerse al papá. Esto no lo voy a discutir, al fin de cuentas cada uno tiene su propia percepción de esa edad que algunos llaman dorada, otros, maravillosa y para los simples mortales, vejez. Esa edad en que ya no se celebran cumpleaños; se hacen responsos. Lo grave de la vejez es la pérdida de memoria, algo que muchos jóvenes ya no usan y, por eso, cuando lleguen al final de su juventud no se acordarán que existieron.

Para ejercitar la memoria, es necesario el recuerdo de ese Popayán que irremediablemente se fue y que hoy parece una pequeña urbe sin carácter, donde lo típico dio paso a los remedos gringos –pizzas y hamburguesas que consumen débiles obesos–; donde las empanadas de pipián se han reemplazado por las de carne desmechada sin sabor; los tamales, por perros empacados en cartón; y el champús, por una agua de colores metida en cajitas.

De la navidad payanesa, con dulces caseros, hojaldras, rosquillas y buñuelos que nosotros llamábamos plato de nochebuena, queda una lejana referencia que hoy tratan de imitar los comerciantes modernos, pero cuyo esfuerzo sólo alcanza para desprestigiar, ante la juventud, la calidad de nuestra gastronomía.

Las abuelas que preparaban los platos de nochebuena ya se fueron sin retornar, y las generaciones que las sucedieron no aprendieron. En esos tiempos se encargaba la leche de vaca, de finca, con dos meses de anticipación por tinas, porque no había pichicatería. Alcanzaba para todos. Se comenzaba en la primera semana de diciembre la desamargada de los limones, de la naranja común y de la agria, de los pomelos; la calada de los dulces de higuillo, de breva, de cidra, de papaya verde y ajíes dulces como adorno. En la semana de la navidad se iniciaba la jornada desde por la mañana calentando el fogón de leña con dos inmensas pailas de cobre llenas de leche, con azúcar, harina de maíz y almidón de yuca para el manjar blanco; con leche, panela, y harina de arroz para el manjarillo. Durante todo el día se hacían turnos de batido en las pailas con cagüinga, bajo un ceremonial de buen humor y delicadeza para que el dulce no se cortara. Cuando esa mezcla lechosa, que alcanzaba el borde de la paila, se reducía hasta la mitad, y ya la cagüinga se desplazaba con oposición del dulce a punto de consistencia, terminaba la faena.

El 24 de diciembre por la mañana comenzaba la última actividad placentera: en gigantescas mesas se preparaba la harina de trigo y el almidón de yuca, con sus ingredientes que, en fritanga descomunal, darían existencia a las rosquillas, hojaldras y buñuelos. En la tarde comenzaba la repartición a los vecinos y amigos que también mandaban su plato, en un feliz intercambio.

Hoy queda el recuerdo; después, ni eso.

Las valiosas tradiciones gastronómicas, así como vamos, serán reemplazadas por la facilidad de los químicos y transgénicos.
Pero lo uno por lo otro: también será fácil enfermarse de cáncer como les ocurre a los gringos.