domingo, 31 de enero de 2010

Éxito al máximo.

-Señor, busco a un señor bajito.
-Aquí todos son bajitos.
-Pero al que busco tiene bigote.
-Aquí todos tienen bigote.
-Es que éste, además, es abogado.
-Aquí todos son abogados.
-Y es de apellido Chávez.
-Aquí todos son Chávez.
-Pero es que al que busco, además es un hijueputa.
-¡No está! Ese fue el único que llegó lejos.

sábado, 30 de enero de 2010

Leve falencia de gobierno.

Don Juan Nicasio Gallego, liberal recalcitrante de las cortes de Cádiz, pontificaba:
-“El sistema monárquico constitucional es bueno, es excelente cuando llega a consolidarse. Lo único que tiene de malo son los doscientos primeros años”.  

viernes, 29 de enero de 2010

Burocracia india.

La burocracia indígena es peor que la española que aún nos rige. Tengo argumentos para sostener esta afirmación:
Llegamos a un cabildo indígena caucano con mi sobrino, quien pretendía hacer unas excavaciones en el lugar, realizar una monografía y después optar al título de antropólogo. El joven, previamente, por teléfono, había acordado con el gobernador indio que iría tal día para definir su estadía por una semana y su manutención con una familia de la comunidad.
Cuando llegamos, por un camino de trocha, en un campero de pobre, tipo diez de la mañana, el gobernador nos dijo “esperen hasta que termine la reunión del cabildo de los martes”; nosotros, sumisos, aceptamos. Lo que no sabíamos era que esa reunión duraba cuatro horas. Los indígenas hacen sus asambleas con comida incluida; en tanto, a nosotros, a las dos de la tarde, ya nos protestaban las tripas. Cuando salió el gobernador, con su séquito de seis personas rumbo a la escuela, nos dijo “espérenme que ya vengo, voy a una reunión con los padres de familia y profesores”. Nosotros, más hambrientos que sumisos, aceptamos. Tampoco sabíamos que esa reunión se demoraba tres horas. Ya a las cinco de la tarde, morados del hambre y de la “piedra”, apareció el gobernador para decirle a mi sobrino: “Vaya donde la señora Refruncia, ahí al frente, que ella le dice dónde va a dormir y cuánto vale”; esta información se la dio en quince segundos; ir donde la señora y definir su estadía no tardó mas de quince minutos.
Los acompañantes del sobrino, definida la situación, para evitar una úlcera, decidimos ir a una tienda escondida y comprar gaseosa vieja y pan rancio; con este refrigerio regresamos a Popayán y dejamos a nuestro sobrino instalado. Nos asaltaba la preocupación de que el futuro antropólogo no fuera a salir de esa maraña burocrática de las reuniones interminables y la suprema importancia del gobernador.

¡Ah! Casi se me olvida, para rematar. Hoy, 29 de enero de 2010, escuché por radio una frase de un indígena, aspirante a la Cámara de Representantes, que comparto con ustedes:
“Las propuestas deben superar las acciones”. ¡Diablos!

jueves, 28 de enero de 2010

¡A cantar al baño!

Javier es un virtuoso de la música pero negado para el canto. Cuando estudiaba bachillerato, por los años 1970, quiso integrar el coro del colegio. Cantaba tan mal, por el desajuste de su voz, que el profesor dictaminó en uno de los ensayos:
-¡Javier! Tiene cinco en música pero, por favor, no cante.

miércoles, 27 de enero de 2010

¿Qué es un cuento?

El pasado 22 de diciembre de 2009, con motivo de la presentación de mi libro Disquisiciones en prosa, apareció una leve discrepancia sobre si era un libro de cuentos o de relatos. Aunque digo, en la contra-carátula, que “este volumen contiene diez y ocho cuentos breves (o tal vez sean relatos)…”, al final quien debe encasillarlos, creo, es el lector. Por ahora, cedo la palabra a los escritores consagrados que abordaron el tema:
Jorge Luis Borges:
“…El Zahir. Voy a recordar cómo llegué yo a la concepción de ese cuento. Uso la palabra “cuento” entre comillas ya que no sé si lo es o qué es, pero, en fin el tema de los géneros es lo de menos; yo creo que sí, que los hay en el sentido de que hay una expectativa en el lector. Si una persona lee un cuento, lo lee de un modo distinto de su modo de leer cuando busca un artículo en una enciclopedia o cuando lee una novela, o cuando lee un poema. Los textos pueden no ser distintos pero cambian según el lector, según la expectativa. Quien lee un cuento sabe o espera leer algo que lo distraiga de su vida cotidiana, que lo haga entrar en un mundo no diré fantástico –muy ambiciosa es la palabra– pero sí ligeramente distinto del mundo de las experiencias comunes”.

Julio Cortázar:
“Nadie puede pretender que los cuentos sólo deban escribirse luego de conocer sus leyes. En primer lugar, no hay tales leyes; a lo sumo cabe hablar de puntos de vista, de ciertas constantes que dan una estructura a ese género tan poco encasillable; en segundo lugar, los teóricos y los críticos no tienen por qué ser los cuentistas mismos, y es natural que aquéllos sólo entren en escena cuando exista ya un acervo, un acopio de literatura que permita indagar y esclarecer su desarrollo y sus cualidades”.

Edgar Allan Poe:
“Creo que existe un radical error en el método que se emplea por lo general para construir un cuento. Algunas veces, la historia nos proporciona una tesis; otras veces, el escritor se inspira en un caso contemporáneo o bien, en el mejor de los casos, se las arregla para combinar los hechos sorprendentes que han de tratar simplemente la base de su narración, proponiéndose introducir las descripciones, el diálogo o bien su comentario personal donde quiera que un resquicio en el tejido de la acción brinde la ocasión de hacerlo. A mi modo de ver, la primera de todas las consideraciones debe ser la de un efecto que se pretende causar”.

Juan Rulfo:
“A mi me han criticado mucho mis paisanos que cuento mentiras, que no hago historia, o que todo lo que platico o escribo, dicen, nunca ha sucedido y es así. Para mi lo primero es la imaginación; dentro de esos tres puntos de apoyo de que hablábamos antes está la imaginación circulando; la imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse. Así aparece otra cosa que se llama intuición: la intuición lo lleva a uno a pensar algo que no ha sucedido, pero que está sucediendo en la escritura.
Concretando, se trabaja con: imaginación, intuición y una aparente verdad. Cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer: el trabajo es solitario, no se puede concebir el trabajo colectivo en la literatura, y esa soledad lo lleva a uno a convertirse en una especie de médium de cosas que uno mismo desconoce, pero sin saber que solamente el inconsciente  o la intuición lo llevan a uno a crear y seguir creando.
Creo que eso es, en principio, la base de todo cuento, de toda historia que se quiere contar”.

Se ve claramente que los escritores tienen su propia percepción de lo que es un cuento. Alguien decía que un cuento es la narración de un hecho; uno más, que es una breve historia con trama. Pero la apreciación que me pareció definitiva fue:
“Quien sabe definir un cuento, nunca lo podrá escribir”.

martes, 26 de enero de 2010

Riesgos de la educación.

Entre Puerto Tejada, Guachené y El crucero de Gualí, norte del Cauca, en Colombia, se encontraron Arsenio y Ananías.
-Ananías, ¿vos sabés quién es Simón Bolívar?
-No, Arsenio, ¿quién es?
-Pues el libertador de cinco repúblicas. ¿Ves? Eso te pasa por no ir a la nocturna. Decime, ¿vos sabés quién es Antonio Nariño?
-No. ¿Y ese, quién es?
-Nada menos que el precursor de la independencia. Eso te pasa por no ir a la nocturna.
-Ve, Arsenio, ahora decime: ¿Vos sabés quien es Eulalio Ocoró?
-No. Ese si no sé, ¿quién es, vé?
-Eulalio Ocoró, es el que visita a tu mujer mientras vos estás en la nocturna.

sábado, 23 de enero de 2010

Costumbres del siglo XVIII francés.

Dijéronle un día al marqués de Melun:
-Mira que fulano galantea a tu mujer.
-Dejadle –replicó él-, al final se cansará de ella como me he cansado yo.

viernes, 22 de enero de 2010

No es broma: Dios no existe.

Es irrelevante que le diga quién soy para hacer esta elemental afirmación. No estoy hecho a imagen y semejanza sino de mi papá y de mi mamá: son los únicos –en sentido estricto– que se parecen a mí. Aunque pertenezco a la naturaleza humana y eso me da derecho a tener la misma configuración anatómica de los de mi especie; por eso, también me les parezco. No puedo, ni aspiro a ser árbitro de esta discusión; como ustedes ven, no soy ambiguo: soy ateo.  Lo soy por convicción, por estudio, por atreverme a pensar sin temor. Conozco la Biblia, y como fuente de fábulas de hombres, escritas por hombres que se contradicen hasta en renglones, me parece enriquecedora; de ninguna manera absoluta, de ninguna manera razonable. En cuanto a la fe, es el único artificio que permite aceptar lo absurdo.
No supongo –sería atrevido de mi parte– que todos seamos así de condescendientes con los horrores del mundo –diría de los humanos– y drásticos con nuestra individualidad poética. Quienes no tenemos esa fe religiosa, creemos en la razón, que es el distintivo mayor de la especie humana; también creemos y disfrutamos con la belleza; negamos que la violencia sea inherente a la naturaleza del hombre y de hecho rechazamos la confrontación con armas destructivas porque es una estupidez que viene del fondo de la historia. Estupidez que se nos ha impuesto bajo los rótulos de defensa contra nuestros enemigos, defensa de la civilización, defensa de la libertad, defensa de la religión…todos valores etéreos. ¿Cómo se explica que el país más católico de América, sea el más violento de América? ¿Cómo se explican los millones de sacrificados por la Patria? A este mundo hemos venido a vivir, a disfrutar, a compartir, no a matarnos por los llamados valores, que unos pocos se inventaron, entre ellos los que crearon a Dios para legitimar sus acciones de conquista, despojo y muerte.
 La religión y la ciencia siempre serán antagónicas. La una apela a la aniquilación del raciocinio la otra a la exaltación de la razón; una crea enemigos, la otra conocimiento. Ninguna religión permite el libre pensamiento; la ciencia, en cambio, lo estimula. Si hasta nos damos el lujo, hoy, de haber creado una teoría, que es eso, teoría científica sin comprobación, el Big Bang, que contradice la existencia de Dios. Si esa teoría se hubiera emitido hace ciento cincuenta años no habrían alcanzado las piras de fuego para tostar a los herejes incrédulos. Sin embargo hay, todavía, quienes creen que es la comprobación de la existencia de Dios.
La religión nunca dictó códigos morales. Lo hizo Buda, pero sus normas éticas no son consideradas religión, de hecho el budismo  es una forma de vida en comunidad. (Tampoco soy budista.) Todas las religiones azuzan para matar al enemigo, al infiel, al impío. ¿Será una postura moral? Condenar a la mujer a la condición de impura, celosa, esclava del hombre, sumisa, excluyente, ¿también constituye una práctica moral?
Lo que se necesita es un ser humano integral, que recupere la felicidad de pensar, que aproveche el milagro de vivir, (¡cuántos humanos nunca nacieron, ni nacerán!) que sueñe, que haga realidad esos sueños, que viva en armonía con la comunidad de sus mismos congéneres, que se despoje de la violencia, que adquiera la convicción de que su tránsito por este mundo es muy breve para preocuparse por intrascendentes valores inventados. En cuanto a Dios, estoy de acuerdo con Borges en que “es la máxima creación de la literatura fantástica”. 

¡De malas!

De los recuerdos ingratos por la caída de las “pirámides” en Popayán, hay uno que aún ronda la tragedia. Resulta que Pablo Adolfo perdió entre sesenta y setenta millones de pesos, muchos prestados, lo que determinó la desgracia en cadena. Su esposa lo abandonó, sus hijos no lo volvieron a determinar como papá y él quedó en la ruina y sin rumbo. Lo único que se le ocurrió fue ir al “Sotareño”, el bar de Agustín, que ahoga las penas mientras se mueren. En un momento se puso de pie y con la copa a medio llenar en una mano, se quedó absorto mirando el líquido y como rezando. Un vecino se extrañó de esa actitud y por dárselas de gracioso le arrebató la copa y se la tomó. Entonces Pablo Adolfo no soportó su suerte y se puso a llorar. El vecino compasivo se acercó y lo trató de consolar.
-Hombre, ¿por qué llora? No hay nada por lo que valga la pena llorar en este mundo.
-¡Cómo no voy a llorar si me persigue la desgracia!
-¡Qué va hombre! ¿Cuál desgracia?
-Pues mire: quedo en la ruina por la caída de las “pirámides”; mi mujer me abandona en el momento que más precisaba de su apoyo; mis hijos me desconocen y ahora que vengo donde Agustín, usted me arrebata el veneno que me iba a tomar.

Matemáticas que reviven.

Estaba muriéndose el matemático francés Bossart, en París, en  1814.
Toda la familia estaba alrededor de la cama mortuoria dirigiéndole palabras cariñosas que él no respondía ni daba señales de entender. Su amigo Maupertuis, compañero suyo en la Academia de Ciencias, se acercó a él y le dijo, en voz baja, a su familia:
-Yo haré que responda.
Se acercó a la cama y le preguntó al enfermo:
-¿El cuadrado de doce?
-¡Ciento cuarenta y cuatro! –respondió Bossart, y… murió.

jueves, 21 de enero de 2010

Pensamientos para enmarcar.

“Las películas de hoy en día son muy raras: te hacen pensar”.
Britney Spears.

“No he cometido ningún delito, lo que hice fue no cumplir la ley”.
Jennifer López.

“Hay cosas que sabemos que sabemos. También hay cosas desconocidas conocidas, es decir, que sabemos que hay algunas cosas que no sabemos. Pero también hay cosas desconocidas que desconocemos, las que no sabemos que no sabemos”.
Donald Rumsfeld.

“Para aquellos que estén viendo el partido en blanco y negro, los Spears van de amarillo”.
John Motson.

“Yo sé lo que creo. Seguiré expresando lo que creo y en lo que creo. Creo que lo que creo es lo correcto”.
George W. Bush.

“No podría discrepar menos contigo”.
Boris Johnson.

martes, 19 de enero de 2010

Sabio epigrama.

Pidióle a Narciso un día
el mentecato Gaspar
un libro donde encontrar
reglas para la poesía.
“Ya está cumplido su intento”,
dijo el escritor Narciso,
“mas lo que ahora es preciso,
es que busque usted talento”.

domingo, 17 de enero de 2010

¿Al fin qué?, viejo.

En diálogo familiar se hablaba –como desgranando mazorcas– de los últimos difuntos; por ejemplo, que el tío Miguel murió cuando acababa de cumplir cuarenta y tres años.
-Murió joven, dijo la sobrina menor.
-El papá de Ernesto, después de caerse del “soberao”, claudicó de sesenta años, expresó compungida la abuela.
-También murió joven, reiteraba la sobrina.
-Hace poco menos de un mes falleció el primo del tío Miguel. Tenía como setenta y ocho años -dijo el mayor de los hermanos-.
-Todavía estaba joven -insistía la sobrina de Miguel.
Ahí fue cuando se paró el primo de la menor y protestó:
-Bueno, entonces, ¿cuándo diablos uno se vuelve viejo?

sábado, 16 de enero de 2010

Crítica literaria

En la pasada 22 Feria Internacional del Libro de Bogotá se hizo una conversación pública entre algunos escritores mejicanos. De ese conversatorio, es saludable rescatar unas ideas que cruzaron el salón repleto de curiosos, donde se observa la contundente acción de la crítica. Cristopher Domínguez es el crítico literario, quien expuso estas reflexiones preliminares:

Los críticos no recomendamos. Expresamos nuestra opinión sobre las obras que leemos.
Los críticos escribimos por encargo y estamos sujetos a escribir rápido, con la velocidad del periódico; a escribir limitados por el espacio. Por eso tengo mi blog en Internet donde mis ensayos están completos, como no lo están en los diarios.

Ignacio Padilla, novelista, en un momento de la charla contó una anécdota donde refería que había enviado un manuscrito a una editorial y se olvidó de él. Pasados dos años, un amigo lo felicitó por su novela. Padilla se sorprendió y le preguntó ¿cómo supiste de mi novela? El amigo respondió que la había adquirido en un puesto de revistas donde estaba exhibida hacía tres meses.
A esto comentó Christopher Domínguez: Los escritores que envían sus manuscritos a las editoriales y no saben cuándo los publican, me parecen malos padres. Un buen padre sabe dónde están sus hijos en todo momento.

Con acento pueril, que alguna vez alcanzaba el ridículo, Xavier Velasco, también novelista, dijo que él tenía por costumbre leer en voz alta sus escritos para tratar de encontrar algunas deficiencias en el tono.
Christopher lo arrinconó: Que un escritor lea en voz alta lo que ha escrito me parece detestable. No soportaría escuchar mis propios errores.

Todos los escritores manifestaron que sus lecturas eran espontáneas. Que empezar un libro era una aventura y así lo asumían.
Christopher les corrigió: No creo en la lectura inocente. Si voy a leer, debo tener una breve indicación de lo que se trata; escojo mis lecturas.

Los autores mejicanos dijeron que habían sido influenciados por otros escritores. La mayoría destacaron (tal vez por encontrarse espléndidamente atendidos en Colombia) que Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis fueron una saludable influencia.
A esto comentó Christopher: Todos los escritores son influenciados por sus lecturas y algunos imitan a sus escritores favoritos. Cuando alcanzan esa “voz interior” empiezan a escribir bien, se vuelven originales en su estilo.
Finalmente, Christopher Domínguez puntualizó: Los escritores deberían ser más latinoamericanos en su literatura de suerte que lo que se escribe en Buenos Aires sea interesante para un lector de Bogotá, por ejemplo.
De algo estoy seguro: no pasaré a la posteridad como escritor creativo.

jueves, 14 de enero de 2010

A punto de eternidad

-Polidoro, ¿cómo has estado?
-Mal, Gloria; ya a esta edad, de noventa para arriba, uno se enferma con cualquier viento frio de ventilador.
-Pues, ¡cómo te parece que le he estado pidiendo a Dios por tu salud!
-Pero se ve que no te hace caso, porque cada día estoy peor.

miércoles, 13 de enero de 2010

Literatura marginal

Ponencia presentada por Alba María Sánchez, estudiante de tesis en Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Cauca en el seminario Literaturas marginales realizado entre el 21 y 22 de octubre de 2009, en el auditorio del Banco de la República en Popayán, Colombia, que se titula Los restos del vellocino de oro, una novela marginal.
Segunda parte.
También es importante reconocer que la escritura literaria es una forma de hacer historicidad, de contar, reflejar y dejar grabada las circunstancias de una época; tal es el caso de la costa pacífica colombiana, una región marcada por la violencia, la pobreza y el abandono del Estado.
Alguna vez escribí que la imaginación de un pueblo trabaja con los mismos materiales de su historia. Sigo creyendo que, en el fondo, sus búsquedas creativas tienen mucho que ver con las implicaciones históricas que han enmascarado o reorientado las motivaciones y valores primigenios de un pueblo, que fue desarraigado y tuvo que construir una cultura a partir de su memoria y su contacto con otros pueblos, con otro hábitat y en condiciones humanas nada edificantes, donde confluyeron la prepotencia de unos, la producción forzosa y la rebeldía de otros. Hablo del Pacífico colombiano y sus largas noches de expoliación, marginalidad y creatividad. (A. Vanín: proyecto biopacífico).
Aunque no es función de la literatura resolver las situaciones complejas que recrea, el hecho de visibilizarlas es ya un gran aporte para la historia de los pueblos.
La costa pacífica siempre ha estado sumergida en el abandono y el olvido; desde la llegada de los europeos ha sido excluida; por ejemplo, el comercio en la época de la colonia no tuvo mayor relevancia, pues era opacada por la costa atlántica y ahora qué se ve, una población con índices de vida menores que a los de la generalidad del país, pobreza, hambre, analfabetismo, entre tantos otros problemas que aquejan a la región.
La “isla pájaro” que presenta la obra es un sitio abatido por todo tipo de problemas sociales y económicos. Hay un intento por callar a aquellos que están en contra de toda clase de arbitrariedad, qué más peligro que el silencio, como lo dice el poeta Rafael Maya (1897-1980), en su poema “Prisión”, ya  que plasma la angustia por el callar eterno del ser. Sin embargo, algo muy significativo es la valentía de quienes no se dejan atemorizar ni con la cercanía de la muerte. Hacemos referencia a los jasones que están en busca de su vellocino de oro* que representa su libertad, la justicia y el reconocimiento de los valores, de ser asumidos como seres humanos, no como objetos que se pueden explotar y manipular al antojo de quienes gobiernan:
“Fue una de esas noches cuando Leonel se puso en pie y de batutazo doble dio entrada a la recitación del himno que nos hacía deponer toda querella, resentimiento o pena; y hasta nos infundía un coraje.
¡Nosotros, veteranos de la ternura
matadores de brújulas
bajadores de estrellas
escanciadores del vino de medusa
trasegadores incorregibles de mareas
seguimos firmes en la búsqueda
del vellocino de oro de la noche!” (A. Vanín, 2008:109)
________________
*Según la mitología griega, Jasón va en busca de la piel de oro del carnero, ésta posee poderes divinos, que otorgan la eternidad. Una vez lo halla, lo mata y el carnero entonces se convierte en la constelación de capricornio.

martes, 12 de enero de 2010

Otra de Jorge Luis Borges

En una entrevista que le hacían los periodistas italianos, hubo uno que preguntó:
-Maestro Borges: ¿Es cierto que en Argentina ya no quedan caníbales?
-Es cierto. Ya no quedan, porque nos los comimos a todos.

lunes, 11 de enero de 2010

El valor de la conversación

Uno de los Mosqueras, que tiene una sinuosa línea de descendencia ajena a los próceres, decía “yo no sé en qué me ocupo, pero me la paso ocupado todo el día”, hasta que una vez descubrimos en qué se ocupaba: claro, se la pasaba conversando.
La conversación es la primera y más elemental forma de comunicación, así digan los poetas que primero están las caricias. Sin acudir a honduras poéticas, la conversación enriquece mentalmente al ser humano; es un ejercicio que en nuestra época está perdiendo brillo por la inmediatez de la tecnología, y es lamentable que así suceda. Muchas grandes obras literarias nacieron de una conversación, emergieron de las tertulias como ejercicio sistemático, como lo hizo Marcel Proust, o accidentalmente, como lo intuyó William Foulkner. En Colombia tenemos dos ejemplos bien determinantes para destacar las obras y los escritores que surgieron después de placenteras conversaciones de amigos: “La cueva” de Barranquilla, donde se inició Gabriel García Márquez junto a Álvaro Cepeda Zamudio, Alejandro Obregón y otros; “El automático” de Bogotá, tertulia que recibió el nombre por la cafetería donde se reunían en placentera algarabía intelectual León de Greiff, Eduardo Zalamea Borda, Alberto Lleras Camargo, Jorge Gaitán Durán, que marcaron el rumbo del país en las letras a mediados del siglo veinte.
Queremos, con esta breve nota, rescatar el valor de la palabra, el valor de la conversación, el diálogo como suprema razón de la razón.

domingo, 10 de enero de 2010

Pensamientos para enmarcar

“Hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones”.
Julio César Turbay Ayala.

“Aristizábal es el mejor jugador de fútbol del mundo sin balón”.
Francisco Maturana.

“Nuestros enemigos son innovadores y tienen recursos, y nosotros también. No dejan de pensar nunca en nuevas maneras de hacer daño a nuestro país y a nuestra gente, y nosotros tampoco”.
George W. Bush.

“Creo que el matrimonio gay debería ser entre un hombre y una mujer”.
Arnold Schwarzenegger.

“El gasto público total seguirá aumentando y será de un cero por ciento en el periodo 2013-2014”.
Gordon Brown.

“El coche que va en cabeza es absolutamente único, excepto por el que va detrás, que es idéntico”.
Murray Walker.

Continuará…

Cuestión de estilo

Julio César Muñoz, quien además de conocedor del idioma español es un lector obsesivo, me contó lo siguiente:
“La directora de El Liberal, cuando fui a ofrecerle mis servicios como corrector de estilo y evitar titulares sosos, superfluos, simplones, me dijo que por qué mejor no les dictaba un curso a los redactores. No lo hice, porque no soy instructor de tiza y tablero y porque los redactores se enojan que otros les enseñen lo que ellos creen  que ya saben”.
De manera que seguiremos viendo titulares como: “Los rayos son peligrosos y hay que alejarse de ellos”. “Un muerto, rebozó la copa”. “Torrencial aguacero en Popayán”.

miércoles, 6 de enero de 2010

Paradoja de la cultura

“La televisión es una fuente de cultura: cada vez que alguien la enciende me voy a la habitación de al lado a leer un libro”. 
Groucho Marx.

Anécdota de bicentenario

A cierta reunión social pueblerina asistían el General Simón Bolívar  y el General Hermógenes Maza. En la euforia de los tragos a este último le dio por gritar:
 -¡Que viva la menstruación!

-¡Hermógenes! –Llamó imperativo Simón Bolívar– ¿Cómo se te ocurre gritar eso? Debés decir: ¡Que viva la Revolución!


 -Bueno, lo que sea con tal que eche sangre.

lunes, 4 de enero de 2010

Matemáticas castrenses

El profesor de matemáticas de la escuela de suboficiales del ejército, después de lidiar con estos alumnos especiales para que asimilaran el sentido, la razón y la utilidad de los números fraccionarios se inventó un método para que los militares los entendieran. Partió una naranja en cuatro partes iguales, indicó qué era un cuarto; cómo dos cuartos eran igual a la mitad y cuatro cuartos era la unidad, la naranja entera.
El profesor, satisfecho de su método se dirigió a todos y los interrogó:
-¿Todos entendieron? La mayoría dijo que sí menos Barreto que solo dijo:
-Conforme, profesor.
-¡Ah! Barreto, quiere decir que sí entendió.
-Conforme, profesor, conforme al principio.

domingo, 3 de enero de 2010

Crítica de arte: ¿necesaria?

Hubo en Colombia una época brillante de las artes plásticas. Se situó entre 1960 y 1970. ¿Por qué ocurrió ese esplendor? Creemos que uno de los principales factores fue la crítica seria que impuso Marta Traba.
“Ella, desde la década de los sesenta, fue abriendo los caminos del "boom". Demostró cómo Alejandro Obregón inició la historia de la abstracción verdadera, explicó la deformación de Fernando Botero, explicó la dimensión de artistas extranjeros como Leopoldo Richter y Guillermo Videmann..., resumió la geometría de Eduardo Ramírez Villamizar yEdgar Negret y se comprometió con la anarquía de Feliza Bursztyn o el dramatismo de Antonio Roda. En la década de los setenta asumió el mundo del arte pop y del arte conceptual. Cada época era para ella una generación que asumía la modernidad como lo que era: testigos de su historia”.
Aún hoy, Colombia es respetada por sus artistas plásticos que emergieron  de esos tiempos. Haciendo una retrospección, antes de 1960 el arte en Colombia era anquilosado, retrógrado; le faltaba alma y visión de lo moderno. Fue la crítica, asumida por Marta Traba, que lo hizo despertar.
Hoy, las artes plásticas en Colombia están ausentes de crítica; para saber de nuestros artistas hay una vía fácil y pueril: nos queda acudir a las páginas sociales de los periódicos y las revistas.

En México, en el presente, proliferan los buenos escritores. No solamente podemos referirnos a un Carlos Fuentes o un Octavio Paz, están los de ahora: Sergio Pitol, Ignacio Padilla, Álvaro Uribe, Xavier Velasco, Melba Flores, Teddy López... ¿Por qué este auge de las letras mexicanas? La respuesta la tiene Christopher Domínguez, crítico fino, exigente, ordenado, que ha hecho una escuela de la crítica literaria, que dice sin tapujos lo que está mal escrito, porque modela la calidad de la literatura mexicana para ser leída en Hispanoamérica y el mundo. Su pensamiento se refleja en esta expresión: Los críticos no recomendamos. Expresamos nuestra opinión sobre las obras que leemos.
En Popayán, Colombia, se publican en promedio dos libros cada mes; desde literatura hasta filosofía. Todos esos libros nacen huérfanos y continúan solitarios, sin la mano orientadora de la crítica. Al final desaparecen como literatura marginal. Ni la Universidad, ni la Asociación de Escritores, ni los diarios, ni la radio, promueven la determinante crítica. Aquí, como en el resto del país, la crónica social reemplaza la cultura, tanto que sus cronistas no leen, y si lo hacen no pasan de los títulos de los libros como cuando hicieron la reseña del libro Lugares comunes a lo patojo, que se refiere a las expresiones verbales reiterativas de nuestro lenguaje diario, pero invitaban a leer el libro “para hacer un recorrido por los lugares de nuestro Popayán”, incluido un sitio donde seguramente se debe propiciar el máximo placer de un opíparo festín, llamado Punto 30. 

sábado, 2 de enero de 2010

Borges, modesto.

Comencemos el nuevo año con una sonrisa. Aquí va:


Algún periodista curioso llegó a la casa de Jorge Luis Borges en el gran Buenos Aires. Como tal, se dedicó a observar la inmensa biblioteca del maestro de alrededor de tres mil volúmenes, hasta que cansado de tanta observación se acercó al escritor y quiso sorprenderlo:
-Maestro, veo que en su biblioteca tiene libros de todos los autores, pero no vi uno de usted, ¿por qué?
-Eso es porque estoy dedicado a la buena literatura.